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miércoles, mayo 1, 2024

Matrimonios con opción al fracaso o al éxito
Cada vez que al diputado Sergio Desfassiux presenta alguna iniciativa en el Congreso, por regla suele generar polémica. Ocurrencia o no, locura bien sustentada o no, su propuesta de celebrar un contrato matrimonial con vigencia temporal de 3 a 5 años con la opción de renovarlo, mueve y estremece conciencias, ocupa y preocupa a sectores importantes como a la Iglesia Católica y a una potosinidad que se caracteriza por su doble moral.
En la perspectiva del polémico legislador, la Jerarquía Eclesiástica se resiste a abrir los ojos ante la realidad del mundo actual en que se desenvuelven los jóvenes de ahora, pero para la Iglesia, una iniciativa de esa naturaleza jurídica es una legislación utilitarista, podría constituir un daño a nuestros valores, a un compromiso de fidelidad y entrega, fundamentalmente por impacto negativo en la familia, célula básica de nuestra sociedad.
El Arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero, se opone a la propuesta porque se perderían los principios del sacrificio, la convivencia, el amor y la familia misma. “Esos matrimonios estarían con el reloj en la mano para ver a qué hora se disuelve el vínculo matrimonial”, y la verdad es que sí, sucede con todo tipo de obligación que en derecho, es finalmente la celebración de un Contrato.
Quizá quien puso el dedo en la llaga, fue la Directora del Registro Civil del Gobierno del Estado Luz María Lastras, quien de entrada dijo: ¿Y los hijos que? Seguramente Lucy, quien dijo no conocer a fondo las particularidades de la iniciativa Desfassiux, se estaría inclinando más por la protección de los hijos que nazcan durante ese período temporal de 5 años, cosa que es de reconocerse.
No obstante y siendo realistas, cuando una pareja vuelve su matrimonio, su vida infeliz, insoportable, es innegable que son sus descendientes, es decir, sus hijos, quienes padecen, sufren y acarrean con las consecuencias que implica la separación de los padres. La pregunta entonces obligada sería:
¿No es mejor que los padres se separen y que pinten su raya cuando las relaciones de pareja no funcionan, cuando no hay amor, comunicación y respeto? ¡Para que sostener una relación accidentada o simulada! o acaso, ¿No es mejor para los hijos la separación de sus padres a vivir en un infierno de relaciones hipócritas y con posibilidades reales de violencia, justamente por lo que sostiene el señor Arzobispo?
La iniciativa de Sergio Desfassiux, no es deschavetada. Si profundizamos en sus antecedentes, en las estadísticas que hablan del número de matrimonios que se disuelven año con año; en la violencia domestica que produce por una mala o incomprendida relación matrimonial, al final la propuesta no es tan descabellada si además se contempla la protección legal y social de los hijos.
El tema no es por supuesto sencillo, es esencialmente escabroso y ruidoso y por lo tanto no debe solo analizarse si la iniciativa presentada pasa o no pasa en Comisiones o en el Pleno Legislativo. En todo caso, lo más sensato y prudente es revisar y profundizar en sus causas, efectos o consecuencias, no cerrarse y si abrirse a una realidad inocultable que no solo tiene su génesis en la ausencia de principios o valores, sino en todo un contexto social y económico.

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