Yo imagino,  decía el hombre apoyando el brazo en la mesa  y sosteniendo su cara con la mano, sacando de muy adentro las ideas con gran esfuerzo, el que se adivinaba  por los colores en su cuello que pasaban del tinto casi ciruela, al escarlata que parecía reventar las venas,   -sin equivoco producto del gran esfuerzo de traer las ideas sabrá dios desde que sitio-, en su borrachera decía; “mira hermano, el tiempo es como el mejor de tus amigos que a veces se pone irrespetuoso pero no queda más que soportarlo, porque un buen amigo vale mucho. Yo creo que el tiempo es igual a ese amigo, pues el tiempo es parte de ti mismo”…esta y otras tantas habladas eran conducidas por la borrachera. Pasando por el discutir sobre de ¿Cuál era el sexo de los ángeles? y la falsedad o verdad de las curaciones hechas por “el niño Fidencio”

En ese tenor se daban las platicas en aquel bar en donde se anunciaba table-dance a partir de las 9 de la noche. Así pues; con él estomago lleno de botana cantinera, la botella  casi, casi vacía, los que fueron cubos de hielo ahora deshechos en la roja cubeta de plástico, vasos olorosos a saliva, el agua mineral por ninguna parte. Y las botellas de cerveza que el mesero no retira  porque son parte de la cuenta a la hora de sumar lo que se consumió en la mesa cuatro… todo aquello mezclando olores comunes a cualquier bar, salvo por la diferencia, gran diferencia, de que ahí mismo en ese bar,  había iniciaba la era del table-dance…a la mesa cuatro llegaron cinco y acordaron no irse hasta ver el show de las encueradas. Pero la plática, desmanes y terquedad de dos de ellos hicieron correr a los otros tres.

Llegaron  portando corbata,  pero de seguro ya se la habían engullido  confundida entre el guisado de chicharrón o las albóndigas en chipotle, tal vez terminaron  bocado tras bocado revueltas con los frijoles charros…comer botana en un bar se sale de todo orden, creo que se comieron las corbatas, los cuellos de las camisas se resisten, de otra forma, en el desenfado alcohólico, hubieran tenido el mismo fin.  -porque de cada platillo se repite y si una pasada de corbata supo algo raro, a la segunda vuelta ya está en su punto-…a las cuatro horas, los cinco lucían pandos por el alcohol ingerido. Pero los dos platicones y resistes al trago y sus estragos se quedaron a ver que veían.

Pandos y morados,   estos dos finalistas  iniciaron un dialogo que sin duda dejo   atrás a la obra “diálogos en el infierno entre maquiavelo y montesquiu”. Resulta que, quien   sostenía la cara con su mano y hablaba del tiempo y la amistad. Se fue a dar cuenta de que su compañero,  a gritos, hacia rato pedía servilletas y más servilletas, las cuales servían para limpiar el llanto que fluía de sus ojos,  mezclándose con la bebida de su vaso.

¿Que té pasa?, ¿Que té pasa compañero?, -¿compañero?, ¡Compañero madres ¡“hermano”, “carnal mío que chingaos té pasa”. Por que lloras,  ¡quien té falto pues para romperle la madre ¡… y el otro; Moqueando, chillando y tomando… -finalmente hablo y dijo. ¿Para que te platico?,   Es algo que paso hace muchos años. ”Nada pos’que, ahorita mismo suelta todo, “que no ve que eso debe ser algo que tiene atorado”,”no si ya decía yo que a que a ti algo te anda atragantando”… -verdad buena que  desde que te conocí lo supe-.

Sale   pues, te lo voy  a contar pero no se lo platiques a nadie,  a la mejor no es importante, pero a mí me ha traído partido por la mera mitad…”Te lo suelto rápido por que ya van a salir las viejas”… hace cosa de 18 años me fui a buscar chamba  a los estados unidos, mi mujer estaba esperando ya de cinco meses y yo no veía la mía, no sacaba ni para la renta, me tenían a puro contrato de 30 dias, pos cual esperanza de nada… total como pude agarre y me fui pal´ otro lado…caí parado compañero,  a lo macho que caí parado… ¿dime si no?, a las tres semanas ya estaba girando dólares a mi casa.

Y es que fui a dar a un edificio y los porteros ya estaban  medios viejos, me dejaron dormir ahí, en un rincón de su accesoria.  Pero lueguito me dedique al arreglo de tuberías, llaves, puertas. Los días se me hacían cortos pegándole al trabajo.

En la mañana me tomaba un licuado ahí con ese matrimonio que te platico… Pero  al medio dia, o más bien las otras comidas, yo las hacia casi siempre en la azotea o en cualquier rincón de las escaleras,  salidas de emergencia o donde fuera… la cosa es que yo no hablaba de ingles. Resulta pues que por ahí cerca, a dos cuadras había un supermercado. Todos hablaban español, en la calle,  en las tiendas, en el camión. Pero nada mas era que se dieran cuenta de que tú no hablabas ingles, y has de cuenta que se ponían de acuerdo para todos, todos, ponerse a hablar en ingles.

Las dependientas del supermercado a donde te platico que hacia mis compras, hablaban español, yo las oía platicar, hablar entre ellas. Pero todo era cosa de que yo entrara, para cambiar el idioma… Total, que hablen    lo que les dé su chingada gana, pensé… el asunto es que si me apenaba. Y casi paralizado, por cuatro meses siempre escogí la misma comida… latas, latas pintadas unas de color verde y las otras de color rojo, con letras y más letras, claro que en ingles, te juro que no tenían  nada mas que letras.

En esos 4 meses que estuve comprando la misma latería.    Llego una dependienta nueva. Y en la segunda o tercera ocasión se acerco y me pregunto que en donde es que yo trabajaba, conteste que en un edificio de departamentos. Se me quedo viendo y medio seria,  medio en duda me pregunto que si los inquilinos me encargaban la comida para sus gatos.

Mira cabron, de un golpe entendí, comprendí, supe… Que 4 meses estuve comiendo y cenando comida para gatos. Lo que contenía las latas negras estaba medio dulce,  lo de las latas rojas sabia un poco a salsa catsup, creo que hasta me llegaron a gustar… no lo sé, solo sé que aquello me partio el alma y la madre por la mera mitad… y vámonos, que ya hasta  las ganas de ver a las encueradas se me quitaron.