Calificar la idoneidad de cada candidato a un puesto de elección popular no es para los electores algo sencillo, sobre todo porque no conviven ordinariamente con los postulados, una cosa es verles desde lejos y otra muy diferente la cercanía con ellos. Esto último da una mejor perspectiva de las personas, nos permite obtener más seguridad en el momento de emitir nuestro voto, sin embargo, en la mayoría de las veces, a los aspirantes políticos se les conoce a través de medios que maquillan demasiado la imagen de los mismos, o ya en las campañas, donde tampoco ofrecen parámetros fidedignos para el conocimiento, ya no de las propuestas de gobierno, sino de las personas en sí.

Emitir un voto consciente o razonado, no solo es haber leído un poco de política, o de tener cierto nivel académico, sino de vislumbrar cuanto más sea posible, de las intenciones existentes, de fondo, en los que buscan administrar los recursos ciudadanos. Cosa nada fácil, es como encontrar una aguja en un pajar, de esa dimensión está el asunto, y no porque no haya perfiles a la altura de las necesidades actuales de nuestro País, más bien, las personas trabajadoras y honestas no tienen cabida en un sistema amañado como el que parece tenemos.

Como en cada tiempo de elecciones, se nos presentan como por arte de magia las figuras públicas por las que hay qué votar, y que son el resultado de luchas internas de los partidos políticos, de fricciones, porque muchos de los afiliados ansían un hueso, que muchas de las veces la designación de los mismos responde más a recompensas o compadrazgos, y a quienes no se les dio alguna candidatura manifestarán su molestia de alguna manera.

En fin, que muchos de los candidatos son totalmente desconocidos para la ciudadanía, respaldados por el acostumbrado dedazo, o por los grupos de apoyo que integran determinado partido. La única cercanía con la gente se da en tiempos de campaña y es que no puede ser de otra forma, para conseguir el voto hay que ir a la realidad de nuestro pueblo, hay que ensuciarse un poco los zapatos, compartir un pequeño momento en el ambiente que cotidianamente está la mayoría de las personas. Aunque no lo creamos, han existido ciudadanos que solo se presentaron a solicitar el voto y al ser beneficiado por el mismo, jamás regresó a ese lugar, ni a dar las gracias.

Yo sé que no es sencillo que todos los votantes tengan una idea clara de cada uno de los aspirantes políticos porque no se trata de ventilar su vida personal o de familia, aunque sería un elemento más a considerar por parte de la ciudadanía, no es suficiente con presentar a la sociedad a la esposa, a los hijos a través de la televisión o los periódicos, sino de tener la certeza que quien busca administrar nuestras contribuciones goce de una buena reputación, que sepamos de su vida de trabajo y una vida de austeridad en todos los aspectos, que sea muy dueño de sí mismo, muy capaz y que no lo trastorne el poder o la ambición. Desafortunadamente poca gente ha logrado reunir ese perfil de verdadero servidor público porque les lleva la corriente de la corruptela, con el solo hecho de que nos pongan donde hay, se desvían los buenos intereses, pasando de “servir a la gente”, a la de “servirnos de la gente”.

Hay un personaje que toda su vida la ha dedicado al servicio público y que fruto de dicha trayectoria nos ha compartido una que otra convicción, entre ellas está la siguiente: “Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren más y más, infinitamente más y nunca les alcanza”. Conseguir ser felices con lo que se tiene no debe sonar a conformismo, sino a un auténtico valor. De no adueñarnos de lo que les pertenece a otros tiene que convertirse en eje rector de toda administración pública. La verdadera austeridad consiste en administrar los bienes no para beneficios personales sino para beneficios comunitarios, y aprender a vivir con lo indispensable, con lo justo, para no vivir de lo ajeno.

Tiene mucho que ver el modo de pensar y de vivir de cada uno de los candidatos para considerar nuestra elección el primer domingo del mes de julio, además de su probada capacidad, ya no bastan los partidos y sus colores, estamos hasta la coronilla de colores, anhelamos solo personas que luchen por un sistema de gobierno más solidario con las causas más nobles de la sociedad.

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