Desde que el doctor Hugo López Gattell salió a escena, con motivo de la pandemia que azota al mundo y a México, siempre sostuve que el hombre era un “trinchon”, y lo sigo pensando. En lo que no estoy de acuerdo con él, como seguramente muchos mexicanos bien nacidos residentes en provincia, es que se empeñe en que los gobiernos estatales o municipales no deben recurrir a medidas drásticas o enérgicas para controlar al maldito bicho del Coronavirus.
Si la única manera de contener el virus mortal es guardar la distancia adecuada y aislarse por el tiempo que ellos mismos han establecido y determinado, no veo razón o argumento valido alguno como para atar de manos o pedirle a los gobiernos locales que no recurran a medidas de contención más agresivas, – incluso con el uso de la fuerza pública, – pues todos los días, en la conferencia nacional vespertina y en la local matutina, vemos con tristeza que varios estados y concretamente San Luis Potosí, no está cumpliendo con las indicaciones de prevención.
Que el gobierno federal no esté dispuesto a declarar un estado de excepción o a decretar un toque de queda; para los mexicanos es totalmente comprensible de que el presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, no está dispuesto a cargar políticamente con ese costo. Allá el si así lo decidió y en su salud lo hallará; pero en provincia y en los municipios las cosas son diferentes pues mas vale que se critique y se señale a un alcalde el “por qué lo hizo” a que se le condene a que “porque no lo hizo”.
El ejemplo más ilustrativo en la zona metropolitana, es el presidente municipal de Soledad de Graciano Sánchez, Gilberto Hernández Villafuerte, quien este miércoles, aparte de mostrar acciones contundentes de avanzada en el control de la pandemia, decidió romper con la cadena de contagio al establecer una serie de medidas orientadas a bajarle a la movilidad en el vecino municipio.
A Gilberto lo podrán señalar o acusar de todo, incluso de atentar contra los llamados y socorridos derechos humanos, pero a diferencia del alcalde de la capital, Hernández Villafuerte esta haciendo lo que se debe hacer, y para ello, pues se necesitan los huevos bien puestos, esos que por desgracia no tiene Xavier Nava.
Y es que el alcalde de la capital, en su enfermiza obsesión de figurar como candidato al gobierno del estado, – por el partido que sea, – no solo se a dedicado a gastarse lo que no es de él en luminarias, en el reparto de despensas y con la asignación de obras chafas que solo favorecen a sus amigos, sino que flagrantemente esta usurpando funciones que no le corresponden, como ese Call Center que instaló para hacer llamados en nombre de la Secretaría de Salud.
Xavier Nava no solamente se mantiene enloquecido y fuera de sí. El realizar llamadas a altas horas de la noche o en fin de semana a cientos de potosinos que, solo Dios sabrá de donde obtuvo sus números telefónicos es una canallada. Y no solo eso, es una auténtica suplantación y usurpación de funciones al marcar en nombre de la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, algo, que, por cierto, por cortesía política se requiere de permiso o autorización.
A ver que dice Mónica Liliana Rangel en la conferencia de este jueves. Lo cierto es que no hay salida ni para donde hacerse, porque una cosa es que un presidente municipal participe y se sume institucionalmente al control de la pandemia y otra es que utilice la tragedia o la desgracia del pueblo para ganar simpatías.
Hasta pronto.