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Llegó la hora de San Luis

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viernes, mayo 3, 2024

Por: Juan de Dios Cataño

En un par de semanas más terminan las campañas político-electorales. Sin duda, una elección suigéneris por el número de partidos participantes y por el perfil de candidatos contendientes. Un proceso, caracterizado también por su bajo sentido de propuesta, nivel de competencia y una extraordinaria capacidad de destrucción generada entre alianzas postulantes y simpatizantes.

Sorprende como en este último tramo, partidos políticos y actores centrales interesados en alcanzar el poder y otros en conservarlo, se empeñan hasta el final en prostituir y enrarecer la elección con ataques, propaganda negra y guerras sucias, pretendiendo confundir y convertir a San Luis Potosí en vecindad de arrabal y en maloliente pocilga de chismes y rumores baratos.

Los bajos instintos manifestados aquí por el líder nacional del PAN, en el sentido de que, ´´lo peor que podría pasarle a SLP es que se convierta en un narcoestado gobernado por quien claramente se ve y ´se dice´ tiene vínculos con la delincuencia, ´´ es porque seguramente el tema Tamaulipas trae bien atravesados a los panistas potosinos y a su dirigente Marko Cortes.

Todavía hasta hoy, la entidad tamaulipeca es gobernada por el PAN con Francisco Javier Cabeza de Vaca, el mismo que la Cámara de Diputados le retiró el Fuero constitucional para ser procesado en México por narcotráfico, lavado de dinero, uso de recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada, más los delitos que la DEA de los Estados Únicos de Norteamérica le finque.

El discurso de odio, incisivo y recurrente durante el proceso electoral, reflejado y reproducido puntualmente en cuentas falsas de Facebook y en medios de comunicación afines al proyecto de la derecha en San Luis Potosí, se ha centrado en instalar la idea de que el candidato del PVEM Ricardo Gallardo podría estar relacionado con los grupos delincuenciales, claro, sin mucho éxito.

Toda esa guerra de lodo utilizada como estrategia de campaña en medios informativos locales y nacionales comprometidos con el conservadurismo, lejos de dañar la imagen de Ricardo Gallardo, lo ha mantenido en el primer sitio de las preferencias electorales.

No por nada, San Luis Potosí será una de las principales entidades más vigiladas por observadores electorales nacionales e internacionales ante la consistente sospecha de que se maquina un fraude electoral y se fragua desde palacio de gobierno una elección de Estado en su contra.

No es el crimen ni es la delincuencia organizada la que quiere apoderarse de San Luis Potosí. Si así fuera, la acción implacable de los grupos delincuenciales ya lo hubiesen hecho sentir. Si lo que afirma aquí el líder nacional del PAN fuese verdad, júrenlo que ya habrían levantado a más de cuatro hocicones y otros ya habrían hecho maletas para abandonar tierras potosinas.

Que no se quiera confundir pues. No son los mañosos ni malos los que quieren crear un narcoestado. Los verdaderos delincuentes a los que se refiere el dirigente panista, – todo mundo lo sabe, están en toda esa clase política que se identifica o está dentro de su partido y en los institutos que se coaligaron con ellos.

Son esos traficantes de influencias o rufianes de cuello blanco que ocultan sus rostros en las cámaras u organismos empresariales los que han evadido al fisco y quebrado al pueblo con fraudes crediticios, son ellos los que han saqueado y generado la desigualdad social y el clima de violencia e inseguridad que se vive en San Luis Potosí.

En fin, hay quienes sostienen que ha llegado el momento de decirles a los líderes nacionales del PAN, PRI, PRD y a todos esos grupos de intereses creados, a toda esa elite reproductora de traficantes de influencias, a todas esas figuras y poderes fácticos promoventes del odio y la sinrazón, a esas camarillas y mafias de poder que mucho se han beneficiado, que el fin de su hegemonía y dominio se aproxima.

Decirles a todas esas familias, a sus herederos naturales o bastardos que hicieron y siguen haciendo fortunas mal habidas al amparo del poder público, que este próximo 6 de junio podría ser el fin de su historia de prebendas y privilegios.

De una era de total impunidad en la que se formaron, con la que crecieron y se desenvolvieron, – a veces incrustándose o siempre cubriéndose bajo el manto simulador, hipócrita y protector de gobernantes tibios y mediocres del ámbito federal, estatal y municipal.

Llegó el momento de decirle a todo ese linaje, a los curros de esa rara y mal entendida potosinidad y a todos esos nuevos ricos, que lejos de instaurar o permitir un narcoestado, llegará pronto un nuevo gobierno dispuesto a frenar toda una época de abusos y de excesos cometidos desde el poder público y privado.

Decirles, que se acabarán las licitaciones amañadas y las asignaciones directas para obras y compras en el gobierno estatal y municipal. Decirles, que llegó la hora de poner una barra de contención a la corrupción institucionalizada.

Ha llegado la hora de decirles a todos esos grupúsculos que han detentado el poder político y el poder económico, que llegó el momento de su separación.

Decirles que lo que está en juego no es el que San Luis Potosí se convierta en un narcoestado, sino que lo que está realmente en disputa es regresarle al pueblo el poder que ellos han detentado.

Decirles, que a los potosinos ciertamente nos preocupa la inseguridad y la presencia del crimen organizado y también del no organizado, pero que igual nos ocupa y nos encabrona, ver como se han robado y como han saqueado impunemente nuestro patrimonio, nuestras reservas y nuestras riquezas naturales.

Decirles a los poderosos, que todos esos miles de potosinos que viven en zonas rurales y urbanas segregadas, los que habitan en cinturones de miseria y en exclusión social han dicho basta y que están ya en el umbral del hartazgo por el negocio turbio y por el atraco grosero que por décadas no más de 50 familias han cometido con la complicidad de gobiernos panistas y priistas.

Decirles a esas viejas y nuevas familias ricas, convertidas algunas en verdaderas mafias del despojo que, – sin frenar el crecimiento de la ciudad, las reglas del desarrollo urbano tienen que cambiar para no permitir que el metro cuadrado de terreno que los usureros compran en 10 o 15 pesos, luego pretendan revenderlo en 20 y hasta en 25 mil pesos.

Decirles a esas familias dedicadas a la proveeduría de utilitarios, combustibles, materiales, bienes y servicios al gobierno, – a los que se han enriquecido con la obra pública, con la venta y renta de vehículos, a los dedicados al negocio de la medicina y la educación privada, a la industria hotelera y restaurantera, – que estos giros, u otros igual o más importantes, son negocios que dejarán de ser patrimonio exclusivo de los grupos dominantes y sus mirreyes.

Decirles, que el momento de más y mejores oportunidades para todos está por venir, que la hora de San Luis Potosí ha llegado y que ese sueño de cambio verdadero y de transformación profunda podría convertirse en realidad el próximo 6 de junio cuando todo ese San Luis profundo, cuando toda esa sociedad despreciada, ninguneada y olvidada salga a votar para decir basta.

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