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jueves, mayo 2, 2024

Riesgo de regresión, enfrentamiento y división

Por décadas, el cáncer de la corrupción en México se ha contextualizado, incluso admitido como algo estructural, es parte y esencia misma de nuestro sistema político mexicano y sus instituciones. Es un hecho histórico y una realidad lamentable; los actos de descomposición seguirán existiendo mientras que la auténtica sociedad lo tolere, o bien, cuando una parte del colectivo social deje de ser parte de ese binomio corrupto-corruptor.

Hoy el tema está de moda. Hay irritación, desconcierto y un gran revuelo producido por grupos u organizaciones sociales que han decidido formar un Frente Ciudadano Anticorrupción tras el escándalo generado por una video-grabación que reveló la presunta existencia de una red de complicidad de diputados dedicados, presumiblemente a coaccionar y extorsionar a presidentes municipales, a cambio de eliminar de sus cuentas posibles desvíos o malversaciones de los recursos públicos.

La pregunta es ¿por qué ahora? y, quizás se responda: “Porque ahora existe capacidad de indignación” y porque argumentarán que antes no había la coyuntura política propicia o la libertad para expresar esa marcada irritación, esto puede que sea cierto, aunque no del todo.

Al menos no se manifestaron cuando algunos desarrolladores, intermediarios o inversionistas agarraron a manos llenas el dinero del erario público con obras o compras donde cuñados y hermanos incómodos se beneficiaron a más no poder, o igual, cuando algunos delincuentes de cuello blanco operaron instituciones financieras que resultaron al final un fraude para los potosinos.

¿Cuantos y quienes fueron los empresarios, desarrolladores, ex gobernadores, ex senadores, ex diputados, ex alcaldes, ex regidores y ex funcionarios federales estatales y municipales, unos en retiro y otros en activo, que se beneficiaron con las concesiones o licitaciones para la construcción de carreteras, con los puentes o pasos a desnivel, en obras para la capital o en el interior del estado y que en poco tiempo comenzaron a desmoronarse o volverse inútiles como esa de “Muñoz” o “La Lagartija” en Ciudad Valles?

¿Quiénes fueron los que obtuvieron beneficios con la licitación para la compra de alimentos en el DIF o en el CEPRERESO, en insumos para el sector salud, en la recolección de la basura, con la entrada de VIGUE, con el rastro TIF, con PANAVI, con la Foto Multa, con el Jardín Colón, o igual, con la administración del agua o con la construcción de desarrollos en la parte alta de la ciudad y que hoy por hoy son causantes de inundaciones y desastres en las colonias bajas?

Sin duda fueron muchos, ahí están, algunos están activos, actuantes y todavía en los negocios, haciendo política o en la función pública, desgraciadamente para los más de un millón de habitantes de la capital no había un Frente Ciudadano Anticorrupción que lo denunciara, y vaya que algunos de sus protagonistas son de la época.

Tal vez no existía porque algunos (que quede claro) varios de los que hoy lo integran, fueron parte de toda esa red de complicidad y corrupción. La coyuntura, en realidad, siempre existió pero decidieron por conveniencia moverse con bajo perfil en la política y en los negocios y optaron desde la sombras guardar silencio.

Hoy algunos de esos personajes reaparecen como voceros del llamado Frente Ciudadano Anticorrupción. Muchos se preguntan: ¿Con que calidad moral un individuo como Hugo Stevens Amaro, hermano del actual Secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Gobierno del Estado habla de corrupción cuando ha sido su familia de las más beneficiadas con la obra pública?

Alentado tal vez y sin imaginarlo, hoy el Frente Ciudadano Anticorrupción, en nombre de la “anti descomposición” abrió la “Caja de Pandora”. La reposición a los procesos de informes de auditoría de los tres poderes, más 110 dependencias auditables, incluyendo los 58 municipios de la entidad, a muchos, de todos los niveles y colores salpicará y embarrará, y desde luego que a varios de sus integrantes, simpatizantes o aplaudidores alcanzará.

Desterrar la corrupción es una exigencia y es algo impostergable, eso es innegable y no está discusión, pero una cosa es real, si la presión que se está ejerciendo no se hace con responsabilidad o, si solo se busca desde la perversidad política afectar a unos, para proteger o beneficiar a otros, luego no nos lamentemos de que San Luis Potosí ingrese y se hunda otra vez en esa etapa de regresión, a esa condición de enfrentamiento, división y crisis política que significó un alto costo y que podría tener nuevamente como resultado el estancamiento que ya se tuvo y se padeció por más de 25 años.

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