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viernes, abril 26, 2024

Si los diputados no son el objetivo, entonces quien
La postura del Diputado Manuel Barrera Guillén, manifestada a través de un desplegado podría en algunos puntos no consignar cuestiones muy reveladoras. Él mismo admite y señala que en nuestro estado todos nos conocemos y que la precipitante central del conflicto que hoy se vive NO tiene como objetivo a los diputados, infiere quien o quienes son el blanco, pero no los menciona.

En términos generales el desplegado no tiene desperdicio alguno, habla claro y directo, pero se insiste, a Barrera Guillén le falto registrar nombres y apellidos, hechos históricos y coyunturas que se dieron en San Luis Potosí con algunos acontecimientos políticos que en opinión del legislador, conllevaron al derrocamiento de gobernadores.

Hace 26 años, el gobernador que tuvo que abandonar el poder fue Fausto Zapata Loredo tras la presión del navismo, pero fundamentalmente por la rudeza política del entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari.
Antes, Florencio Salazar Martínez tuvo que dejar en 1987 el cargo por la presión que ejercieron los mismos grupos que hicieron que dimitiera Zapata Loredo, es decir, de esto hace 31 años. Desde entonces, no se tiene registro de otro mandatario constitucional que hubiese dejado el cargo.

¿A ellos se referirá Manuel Barrera Guillén? Las crisis políticas que se sucedieron durante esos más de 25 años de los que habla el diputado, desde luego que tienen nombre y rostro. ¿Quién podría olvidar el poder ilimitado que alcanzó el líder magisterial Carlos Jonguitud Barrios?, gobernador que vino a darle vida al movimiento navista y a instalar una magistocracia divina.

Quien no recuerda que tras la llegada de Florencio Salazar Martínez el entonces poderoso Grupo Universidad pretendió erigirse en un poder tras el trono. O a esos grupos de empresarios organizados en Cámaras y luego en Patronatos que buscaron convertirse en factores de presión y de poder frente al Estado, algunos de ellos con medios de comunicación que solo han utilizado a sus informativos como instrumentos para alcanzar el poder político y económico.

Muchos fueron los actores sociales y políticos que participaron en las revueltas de los últimos 25 años, y, entre ellos podemos mencionar a ex gobernadores pesados, representantes populares, líderes de partidos, de organizaciones sociales, obreras y populares, funcionarios federales, diplomáticos y autoridades eclesiásticas.

Pero el dato más interesante, es el que refiere Manuel Barrera cuando afirma y apunta directo de que “es víctima de un linchamiento dirigido por un clan o por un grupo político claramente identificado, autor de las crisis que ha vivido San Luis Potosí en los últimos 25 años y que, sin embargo, son los más grandes beneficiarios del poder y del dinero público”.

Si Manuel Barrera asegura que “todos sabemos quiénes son”, por qué no decirlo, porque no precisar. El ciudadano común no está obligado a entender o a interpretar las señales de los políticos. Si en realidad es víctima de un linchamiento, como ciudadano, no como legislador señalado, tiene la responsabilidad de hablar claro.

Eso de quedarse solamente en la expresión de “innombrables”, me recuerda a un ilustre que no reflejaba otra cosa sino falta de guevos, total, a Manuel ya que le puede pasar o que le pueden decir después de todo lo que se ha dicho.

Leónidas Fernández

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