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sábado, mayo 18, 2024

 

FESTEJAR LA NAVIDAD

Hay que ver la indefensión de un bebé parido en el rincón de una casa de cartón. Su llanto, primero de un largo sendero de lágrimas apenas se escucha. En verdad que es más audible el de un perro o un gato al nacer… Esos niños nacidos en las ciudades perdidas, en las colonias orilleras, en los lotes basurientos de las ciudades ―dejando a un lado en este momento a los niños nacidos en el campo―, esos pequeños en cuanto empiezan a caminar tienen características comunes: la gran panza llena de lombrices, manchas blancuzcas en la piel, la vestimenta se concreta a un pedazo de playera ―es todo su ajuar―, tallones, cicatrices, abundantes costras de mugre como una segunda piel, y esa su carilla de tristeza que mucho semeja al rostro vilipendiado de Jesús, El Cristo.

Esto en referencia a los sobrevivientes, por razón de que la mayoría de los ahí nacidos mueren en las primeras 72 horas, y van a dar tirados al basurero para ser alimento de ratas y perros. No se crea que hay tiempo para excavar; muchos ojos verían. Además, ¿habrá pico y pala en una casa de cartón? Ahí no se tiene nada que agarrar, mucho menos herramientas para excavar.

Van creciendo y su primer hacer es el pepenar. Ahí mismo en donde inicia su gatear comienza la pepena de su alimento sacado de la basura. Ya más grandecillos, lo que pepenan siguen comiendo. Los mayores que con ellos viven, un día antes o rato después, les ordenan el que traigan “al montón” ―ese cumulo afuera de la vivienda que guarda de todo y es custodiado por un montón de perros― vidrio, plástico, bolsas de hule, sin olvidar papel y cartón, en fin, todo se acumula para su venta

Así poco a poco los días se van sumando, en automático, y los niños crecen sin sol, en la mescolanza del hambre, soledad, miedo, violaciones; penumbra de la caca humana… Todo esto y más. Nunca registrado en la memoria social.

Así nada más, en la vida de estos infantes, cual fantasma, en un momento que desaparece huyendo de sí mismo, el compañero de la pepena pone en su mano una bolsa de plástico con thinner y dice: “Jálale por boca y nariz”… Adiós a la comezón de llagas viejas y miedos. Descubren al mismísimo Sol y ganas dan de abrazar al cabrón que pasó la bolsa.

A la larga estos infantes se pueden graduar de pepenadores, pero resulta que la adicción tiene vida propia y es un demonio cabronamente poderoso. Sin mucha dificultad hace presa de ellos para pasar de una adicción a otra. De ahí que la prostitución infantil tenga tan poca dificultad para florecer… conocen el sitio en donde hay de todo. ¿Qué importa el precio? Esos niños disfrazados de niñas, con el vestido, peluca, carita pintarrajeada de prostituta vieja, como tapando arrugas; pero no, aquí el maquillaje esconde la inocencia.

¿Sabrán lo que es la navidad?, el arbolito y todas sus pendejadas colgantes, la cena abundante y variada, la reunión de toda la familia, las bebidas servidas en jarro o copa, los regalos  envueltos en papel de colores solo usados en esa fecha…y qué decir de los abrazos, actos desconocidos para una población en nivel de pobreza como lo es México         – ¿cuándo es que la gente en pobreza o extrema pobreza da o recibe un abrazo?-

-Festejar la navidad es el no ver la realidad circundante y egoístamente   sentir solo para nosotros-

Yo digo que la muerte me anda rondando. Lo menciono porque recuerdo muchas cosa que arriban desde los desvanes de mi cerebro, mismamente que cuando ya escuchaste los tres golpe de san Pascual bailón, les platico, me ando recordando de “la garita de Jalisco” y de “la doña” mi tía. Que cuando siendo pequeños nos llevaba a “los viveros”. Y era ahí, en la garita de Jalisco. Lejos, muy lejos. Se ocupaba todo el día para llegar, estar y regresar de ese verdor…cargando bolsas de colorido ixtle y canastas para llevar tortas y refrescos

Días de campo se les nombraba, era un gusto que iniciaba dos días antes de la salida, dejando el regusto por tres días cabales para después… Como olvidar “los días de campo a la garita”. Se regresan en recuerdo todos los tonos en verde del “vivero”….todo a raíz y origen de que don Rodolfo Clemente, hombre de unos 55 años, habitante de una vecindad en “la garita de Jalisco”, recién me platico que por allá ya llego santa Klaus. Adelantado llego y disfrazado del presidente Gallardo. Refiere que les llevo regalos, preferentemente a niños y viejillos

Juguetes y más juguetes. Dice don Rodolfo que los chiquillos parecían locos. Y como no, si algunos de ellos era el primer regalo y juguete que recibían en la vida. A resultas de que los fríos han estado como perros rabiosos, los adultos mayores prácticamente fueron inundados de cobijas…   -diferente es la sonrisa de un niño a la de un viejo, claro que sí, pero dos cosas tienen en común. Una es que ambas nacen del corazón, y la otra es que ni una ni la otra muestra dientes-. Muchas de estas sonrisas se vieron por allá en “la garita”.

-Tampoco faltaron las despensas, nunca faltan cuando Gallardo anda cerca-

Cuando la charla con Rodolfo Clemente, la sonrisa se hizo risa, por razón de que dice el hombre que va a votar 50 veces por Gallardo. No se puede, se le aclaro.- “que chingaos, yo veré como hago para votar 50 veces por el”- sentencio…otro fans de míster Gallardo, un pela ‘o que sabe cómo llegar a la gente.

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