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viernes, julio 26, 2024

 
LOS MUERTOS SE SABEN QUEJAR

Javier Zapata Castro

En la sierra de Santa Rosa la temperatura se quedó atorada entre 6 y 8 grados. Por esa razón, vaqueros y pastores que gastan su vida en esa parte de Guanajuato, usan los típicos suéteres estilo chamarra, con sierre y capucha, mismos que son fabricados y vendidos en la cárcel distrital de San Miguel de Allende, Gto. Lana virgen, tejido apretado y aun oliendo a borrego, bien forjadas para detener el paso del viento que igual chifla en cañadas que en tierra pareja y que de tan frio hasta pareciera escapar de los pulmones de algún muerto viejo.

Por esos caminos mayoritariamente borregueros, de vez en vez se encuentran pastores y rebaños de diferentes ranchos. Cuando esto ocurre, la carne de algún borrego desbarrancado se asa en una lumbrada de madera de encino, y de la misma forma se pone la lata chilera habilitada como olla para acabar de cocer los frijoles machetones, medio crudos, frijoles que los pastores nunca terminan de cocer en la primera puesta, todo debido a las prisas de su propia vida. Estas comidas se condimentan con chile piquín, porque esa sabrosura nunca se deja de piscar cuando se ve la mata extraviada en esos montes, nunca pisados por hombre o ganado.

El café que se bebe siempre va acompañado con leche, misma que se obtiene, sin pedir permiso, de alguna borrega que este criando. Y cómo no mencionar aquellas tostadas hechas mezclando la harina con agua de piloncillo y miel.

Así, los alimentos son compartidos por los pastores y la borregada se junta, que ya es bien sabido el que a la hora de la despedida cada animal se va con su propia familia. Pero mientras que los pastores se alimentan y platican, el ganadito se mezcla y enamora, emparentando hatos de diferentes dueños. Porque una cosa es la propiedad del patrón, y otra, muy diferente, la voluntad del manchón de borregas revueltas en alguna hondonada, a 6 grados de frío y con los pastores medio tumbados a un lado de la lumbrada limpiándose los dientes y tomando café con leche recién ordeñada…, platicando de espantos y del frio que se espera para lo que aun falta al mes de diciembre.

De pronto, al igual que se suelta una llovizna, se dio la plática rondando en estos términos…:

―Te digo ―dijo un pastor―, el patrón anda buscando quién le pastoree el otro rebaño ―y añadió remarcando―: Digo, si te interesa el trabajo o para alguno de tus muchachos…
―Y, ¿a resultas de qué necesita tu patrón a otro borreguero? ―preguntó el hombre a quien se habían dirigido.
― ¡Ah! ¿Te acuerdas del Perico? ―dijo el que llevaba la plática―. Acuérdate ―le insistía―.

Aquel que siempre decía que por la Sierra Gorda los chiflones de aire no eran otra cosa que chiflidos y quejas de tanta ánima que anda penando por allá…. ¿Ya te acordaste? El que traía un escapulario por fuera. A la mejor no lo conociste. Ya se hubiera revelado… Y es que el Perico siempre caminaba para la sierra.

<<Al perico no le gustaba pastorear por aquí. El monte está tupido, hay cañadas y la carretera esta cerca ―continuaba hablando el pastor―. Ya tú sabes cuantos cuerpos vienen a tirar. Como que este montecito es el preferido. A mí ya me ha tocado ir a dar aviso al patrón… Cuando ves la zopilotera, clarito sabes que hay difunto. Unos amarrados con alambre, otros encuerados, unos encostalados. De todo avientan. Por eso al Perico no le gustaba pastorear por aquí. >>

<<Pero déjame decirte ―continuó la plática―, resulta que el patrón iba a vender la borregada del Perico y la mía, y ya tú sabes que tocaba encorralar el ganado para la entrega. Así se hizo y ahí estábamos esperando al comprador para subir a los animales a los camiones. Llegó el patrón y ordenó que fuéramos con él, porqué le habían noticiado que ahí cerca estaba un cuerpo bien muerto. >>

<<Era una mujer, casi una niña, flaca. ¿O sería que la muerte la encogió y vino a quedar atorada en unas piedras? Como era dentro del rancho, el patrón mando al Perico que la bajara de ahí… Solo era posible hacerlo subiendo a las peñas, ya fuera para empujarla o cargarla en el hombro. No había otra forma de bajarla. Perico sacó del morral otro escapulario y se lo puso, se trepó y echó el cuerpo de la difunta encima de su hombro. >>

<<Clarito se oyó un quejido, como si a la muertita le doliera algo… El Perico la bajó hasta el plano y lueguito se fue para su casa… El patrón dijo que así pasa cuando se dobla un cadáver. Según esto, es el aire que no se quiere quedar adentro y sale como un eructo.

¿Será…? El Perico nada más duro tres días. Se puso bien muerto entre vómitos y diarrea. Por eso te digo que el patrón anda buscando otro pastor.>>

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