LAS CHIVITAS
A más o menos 100 km. de la capital potosina. En el lugar conocido como ‘’entronque el huizache’’, virando hacia la izquierda llegas a matehuala, si lo haces a la derecha llegaras a Cd. Del maíz. De siempre ha sido un lugar espacioso. Multiplicidad de restaurantes ofreciendo todo tipo de alimentos. Siempre veras decenas de tráiler estacionados. Es pues, un punto de tráfico importante. Todavía hace algunos años había venta de animales propios de la región. Vivos y muertos. Principalmente víbora de cascabel. Seguramente la especie fue exterminada de la zona. Pero la venta se dio por mucho tiempo, ahí te ofrecían desde loros huastecos, coyotes y hasta crías de venado. Como en todo comercio imperaba la ley de oferta y demanda. ‘’animal que no tenemos, se lo traemos’’, decían.
Finalmente en las cercanías del huizache se termino con el trafique de animales. Lo que no se detuvo fue el tráfico vehicular, de la misma forma aumento la vigilancia, ya no tan solo se ve la tradicional caseta de madera apolillada con su letrero de ‘inspección fiscal’’, y aquellas volantas aduanales, apareciendo sistemáticamente como aves de rapiña, por ahí sigue. Un poco más escondidilla la patrulla federal de caminos, se dejaba ver y sentir con el policía al volante, amigo antiguo de todos los transportistas. Digo amigo, ¿porque de que otra forma entender que todos los camioneros pasan a saludarle de mano?… Y finalmente el ejército. Vehículos militares estacionados en tanto que otros van y vienen pasando constantemente por ahí.
Es lo mismo hoy que hace 30 años, solo incrementado por la presencia militar y por las prostitutas. Quienes, acostumbradas a la ciudad, tendían, y tienden en el piso; plástico, cartón o suéter para no aterrarse, y como pequeños techos para no asolearse. En el huizache, el sol cae a plomo, y las ‘’prostis’’ que van de la capital a trabajar por aquellos rumbos no están acostumbradas, todo el monte es chaparro, no hay ramas que den sombra. Hay que hacerse una sombra con el suéter.
En el huizache, y las rancherías cercanas, a ojos vistas, observas mujeres, -casi solamente mujeres-. La mayoría de los hombres se ha ido al norte, buscando como cruzar la frontera. Se fueron y se siguen yendo. Nadamas les medio empluman las alas y se van. -Cada vez más tiernitos-. Le empeñan su alma al diablo para conseguir dinero, pagar ‘’al coyote’’ y vámonos…pero como dijo Bécquer sobre de ‘’las obscuras golondrinas’’, ‘’no volverán’’.
De ahí que la prostitución haya sentado plaza en ese entronque carretero. Las solteras por solteras, y las casadas por casadas. Sin haber trabajo en aquellas tierras desoladas. -permanente zona de heladas y sequias-. La prostitución es el único camino que les queda para comer, y dar de comer. Por ahí se ven labios y mejillas pintados de rojo en rostros morenos y apenados. Ropa y pelo aterrados, no las hacen precisamente atractivas a los ojos de choferes, ayudantes, estibadores. Pero después de tantos días en la carretera nadie se anda con remilgos…además el huizache ofrece sorpresas.
Ahí están las conocidas como ’’chivitas’’… -hijas, hermanas menores de estas mujeres solas en la soledad de sus comunidades y de sus hogares-. las ‘’chivitas’’ son conducidas, ofrecidas a los camioneros, para hacerles sexo oral-. Así de frio es, ha sido y seguramente continuara siendo… se calla para no ofender a ‘’las buenas conciencias’’…las autoridades, todas, todas. Voltean para otro lado
Los de oficio defensores, las iglesias Tradicionales y emergentes, Los clubes sociales, los partidos políticos, los medios de comunicación…todos; trinan, aúllan y dan pataditas en el suelo. Por razón de que allá, en la republica de Nigeria, por cuestiones político-religiosas. 200 niñas estudiantes de secundaria, hace un par de años fueron secuestradas. Una llamarada de petate y se acabo ¿Quién se acuerda de aquello?
Pero aquí, en las barbas de la capital potosina, en las goteras de la ciudad…en el entronque (y sus alrededores) del huizache. ‘’las chivitas’’ son conducidas, llevadas, rentadas, vendidas para hacer sexo oral, hoy por hoy…no son niñas de secundaria. Pues cual pinche secundaria, cual primaria. Son niñas de 5, 6, 7, 8 años. Llevadas por mujeres de su propia familia. Los hombres quedaron en el monte, panza al sol, bien muertos en su intento de cruzar la frontera. Y los que lograros pasar y quedarse, en su mayoría ya comieron olvido, o se amarchantaron por allá con alguien.
Motivadas por hambre y sed. Frio helado y agobiante calor, -ya que no pueden ser de otra forma las condiciones en estas-, ‘’tierras de heladas y sequias’’. La madre o hermana mayor, prostituyen a las niñas, sus niñas…A nadie le han importado, a nadie le importa, y la verdad es que a nadie le importara. Porque como decía la mamá de mi mamá, ‘’somos candil de la calle y obscuridad de la propia casa’’. ¿O qué, no?