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sábado, octubre 4, 2025

DE FONDO

Fernando Díaz de León Cardona

La presencia en San Luis Potosí de la ex gobernadora de Tlaxcala Beatriz Paredes y de Marko Cortez, líder nacional del PAN, más que despertar pasiones o interés por alentar y fortalecer a sus partidos vinieron a ponerle el cascabel al gato luego de su encuentro con Octavio Pedroza Gaitán y con alguno que otro segmento reducido del priismo y el panismo potosino.

Beatriz hizo un balance de la política nacional y local. Sus aspiraciones a la presidencia de la República son inocultables. Es una mujer con madera, oficio y con una enorme experiencia política. Tal vez el único prietito en el arroz, es que cuando fue presidenta del CEN del PRI, fue ella justamente quien en un trayecto aéreo México-Chile, empujo y avaló a petición de parte la candidatura de Fernando Toranzo Fernández en 2009.

De Marko Cortez, venir a San Luis Potosí a tratar de encender la mecha e insistir en que el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona tiene vínculos con el crimen organizado, solo porque le mostraron una fotografía de hace 10 o 12 años cuando siendo alcalde de Soledad, la policía del municipio practicaba tiro y poso con un R15, es una vil pendejada; es la misma película de desprestigio que le montaron al Pollo desde entonces.

Sin mayores argumentos, el dirigente nacional del PAN no solamente se mostró ignorante o desinformado sino temerario, pues a más de un año que Ricardo Gallardo Cardona asumió el mandato, el gobernador lleva la fiesta en paz con priistas y panistas, pero principalmente con quienes les aportan el financiamiento. Si a Gallardo lo cuestionan por el discurso de la herencia maldita, la narrativa de Marko Cortéz resulto absurda.

Plantear desde ahora un frente amplio “sabrá Dios como, de cuantos y con quienes” es tan subjetivo que nadie entiende el despropósito. En San Luis Potosí, y así lo demuestran las encuestas, los potosinos en su inmensa mayoría están con Gallardo y no con los partidos políticos que se encuentran hundidos en el fondo del descredito y el desprestigio por sus errores y luchas intestinas que los han dividido y desmembrado, por no decir que desmadrado.

El otro que mal no cantó las rancheras, fue el exalcalde Xavier Nava Palacios, que solo salió a cuadro para presumir que un juez federal le concedió un amparo para evitar ser inhabilitado para ocupar cargos de elección popular o en la función pública.

Tanto los Gallardo como los Nava “son fajadores” y la lucha entre ellos continuará. Aquí, en este particular caso, el Congreso del Estado, fundamentalmente la corriente que está bajo el liderazgo del gobernador no debe precipitarse ni cometer torpezas jurídicas.

Existen elementos no solo para llevar a Xavier Nava al reinicio de un juicio político, sino para vincularlo a proceso penal. Es cuestión de que la fiscalía general del estado actúe y que Enrique Galindo Ceballos deje de jugarle al Tío Lolo para entrarle con todo.

En iguales circunstancias está el Congreso, quien a través de la Auditoría Superior del Estado puede concretar los procedimientos para sancionar a los ex funcionaros públicos municipales que se fueron en grande, principalmente aquellos que hicieron negocio con el alumbrado público, con las licencias de construcción y los permisos de uso de suelo.

Ya en alguna ocasión, mencioné que políticamente no era prudente encarcelar a Xavier Nava, simplemente por ser nieto de quien es, pero con el reto lanzado al gobernador del estado, como que ya se pasó de lanza y, tanto el actual Ayuntamiento como la autoridad legislativa y judicial deberán actuar para que X. Nava enfrente las consecuencias de sus actos, si ello lo hace mártir, o se victimiza, pues son los riesgos, ni modo.

Hasta pronto

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