Extremadamente delicado fue el hecho de que el candidato del PRI a la diputación federal por el Distrito de Soledad de Graciano Sánchez, se hubiese presentado en el marco de la FENAE con gente armada. Preocupante porque su presencia fue temeraria y desafiante en un sector poblacional en donde solo escuchar su nombre lo vomitan.

José Luis Romero Calzada, podrá esgrimir o argumentar que su incursión en la cabecera de distrito se hizo en el marco legal de su campaña político-electoral, ajustado a las disposiciones de las autoridades electorales porque aún  sin ser un arranque oficial de campaña o previamente anunciado, nadie se lo podría impedir.

Eso es cierto, nadie se lo impide, como tampoco a nadie se le puede prohibir el derecho constitucional de transitar libremente por el territorio nacional, desafortunadamente no fue el caso. Su presencia durante la inauguración de la Feria Nacional de la Enchilada y dos días después acudir con gente armada a la plaza central de ese municipio, aquí y en China es un acto irresponsable de abierta provocación.

Basta decir o insistir lo que la gente dice de este individuo. En el ánimo y percepción pública, este sujeto está enfermo y puede que como consecuencia de sus padecimientos no sufra, sude o se acongoje, es más, a lo mejor goza, como el clásico piro maniaco que se masturba y regocija por el incendio provocado, y con idependencia del daño  que pueda desencadenar con su actitud.

Pero pese a su patología, este actual diputado local, hacedor de leyes ¿desconocerá que está estrictamente prohibido que particulares usen o porten armas durante las campañas político-electorales? Por supuesto que no, el Tekmol estará loco pero  tonto no es. Sabe el terreno que pisa y perfectamente está consciente de que sus actos son de incitación a la violencia.

Si la estrategia de este sujeto es llamar la atención para colocarse en el centro del debate mediático para vida de ser tomado en cuenta y a riesgo de que ocurra una tragedia o un hecho lamentable, pues entonces como medios de comunicación deberemos asumir que, igual nosotros andamos mal por concederle espacios que no merece un individuo que  ha hecho de la política un circo, que ha degradado y prostituido su ejercicio.

En la probable responsabilidad penal en la que Romero Calzada pudo haber incurrido, ya lo dijo claramente el Fiscal General del Estado, Federico Garza Herrera: “Nadie puede andar armado en una campaña político-electoral” y es cierto. Lo que a nuestro amigo Federico le faltó, fue ofrecer abrir una carpeta de investigación para comprobar si se cometió o no algún delito, circunstancia que por la gravedad del hecho registrado y documentado debería hacerse.

Sobre el caso denunciado por la dirigencia municipal del PRD, para el Instituto Nacional Electoral INE, el incidente no se persigue de oficio, en tanto que tiene que existir de por medio una queja para indagar y en su caso establecer sanciones que van desde una amonestación pública o privada hasta la pérdida del registro de un candidato. Si esto es así, el Comité Municipal y Estatal del PRD no solo deben quedarse en la denuncia mediática, sino llegar hasta las últimas consecuencias por aquello de que más vale prevenir que lamentar.