“Un mundo, de pocos amigos”

El amor y la amistad son dos términos que nos dicen mucho a todos, sobre todo en estas fechas donde el catorce de febrero es un día dedicado a ellos, un día que se pinta de rosa para abrazar a los seres que no solo son carne y hueso, sino también mente y corazón. Esta ocasión es muy especial para externar los sentimientos que una persona tiene en relación a otra, no solo entre quienes viven alguna experiencia de noviazgo sino las relaciones humanas en general.

Claro que en diversas ocasiones no es fácil expresar lo que el corazón siente, sin embargo existen diferentes formas de hacerlo, no solo de manera verbal, hasta con gestos, con detalles y lo más importante, con acciones muy palpables, quiero decir que cuando  se utiliza la palabra amor hacia una persona, se refleja en actos o en hechos. Yo le puedo decir a mi próximo que lo amo, o que la amo, pero si dicha expresión no se traduce en compromisos en el aquí y ahora, somos unos mentirosos, y vaya que encontrar a ese ente a quien amar, es muuuuuy complicado, encontrarlo no es fruto de la casualidad, sino también del análisis, de la atracción y de la decisión.

En un mundo donde solo se habla de la productividad, del consumo o de la violencia, no hay cabida para la amistad o el amor. Nuestro entorno nos desanima porque solo nos enteramos de actuaciones de odio, de intolerancia entre nosotros mismos. La venganza y la ambición monetaria están borrando cualquier  posibilidad de que alcancemos una sociedad justa o solidaria. En lo que ahora menos se piensa es en el otro, hemos creado un amor egoísta, primero yo, después yo y al final yo.

Abro el periódico o las redes sociales y encuentro malas noticias, fruto del sentido individual que inunda el interior del hombre; la pobreza, los divorcios o la violencia familiar, son solo algunos ejemplos de lo que en realidad se anida en el corazón humano. Con tristeza somos testigos de tantas familias divididas por el rencor y por las envidias existentes entre sus miembros, situación que repercute necesariamente en la sociedad.

No por nada a ésta institución se le ha llamado como la célula de dicha civilización, y cuanto más viva se encuentre mayores satisfacciones podremos obtener, sin embargo, en muchas de ellas –las familias- lo que se están formando son delincuentes en potencia, no estamos formando a hombres que favorezcan a un pleno desarrollo social, comprometidos con el progreso de la población.

Los alcances de la vivencia del amor son muy profundos, llegan a transformar vidas indudablemente, pero creo que conforme pasan los tiempos se hace cada vez más difícil llegar a ello, porque nos estamos ocupando cada vez más por lo material, que aunque no sea lo primordial, si es necesario para la sobrevivencia. Jornadas muy largas de trabajo nos impiden dedicar más tiempo al contacto humano, o bien, la cultura del consumismo también nos hace inconscientes de lo que realmente es valioso en la dinámica de la vida. Recordemos que todo pasa, que muchas cosas son superfluas y que se nos escapan las oportunidades para hacer verdaderos amigos.

Tanto en casa como en el trabajo son espacios privilegiados para ello, y que no hay que desalentarnos cuando descubramos que de cien personas sólo una se puede considerar “amigo”. Yo cuento a los míos con los dedos de las manos, y que bueno contar con ellos, pocos pero sinceros, que sabes no te darán golpes a tus espaldas, al contrario, que te hablaran siempre de frente, con respeto y caridad.

Les deseo a todos un buen día de San Valentín, que reciban muchas muestras de cariño y de amistad, no les deseo muchos amigos, sino pocos pero de corazón.