“Los Mejores, ¡de favor! “

Entre los pilares que sostienen a toda sociedad se encuentra la organización política, misma que la integran los ciudadanos, estructurados bajo una serie de principios que dan forma a convicciones que se supone dan fuerza a toda iniciativa que trabaja por dar respuesta a las exigencias que la realidad vigente en cada entidad federativa, nos impone. Los partidos políticos son parte de dicha organización, los cuales se encuentran conformados por un determinado grupo de afiliados, dirigidos por ambiciones de servicio, libre de todo interés particular, con el fin de establecer las mejores propuestas de progreso social, y también, hacer públicos a los mejores precandidatos y candidatos  a cualquier tipo de elección popular.

En la columna anterior a ésta manifestaba como una necesidad con carácter de urgente y una obligación moral de todo partido la selección de  aspirantes de una enorme capacidad y probada honestidad, y esto por las malas experiencias que años atrás hemos tenido, cuando funcionarios y servidores públicos, aprovechándose de su condición, en lo último que piensan es en la comunidad, de la que se sirven, aumentando las arcas personales y disminuyendo el desarrollo de la población.

Cada fundación de partidos políticos se ve impregnada de muy buenos deseos para la ciudadanía, sus sueños se convierten en principios  que sostienen todo su aparato de ejecución; la mayoría de ellos surgen porque descubren que el rumbo de cada Municipio es equivocado, o porque la dirección de cada País se está haciendo exclusiva de un grupo específico de personas. El objetivo, de la creación de partidos es democratizar la vida política, que se tengan mayores opciones de elección popular, y como ya se ha dicho, que los candidatos electos sean de lo mejor.

Entiendo que las malas experiencias de personas que han gobernado bajo resultados no esperados no dependen del todo de cada partido que los postula, ya que, al tener en sus manos el poder de gobierno dan cambios que todo mundo no esperaba. El poder vuelve locos a todos, los ofusca, los hace sentir superiores a los demás y en la mayoría de los casos se la ingenian para adueñarse de los recursos que pertenecen a los gobernados. La gente ya no es la misma que hace veinte o treinta años, no, ya no, ahora analizan más las cosas, ya no se dejan convencer en su voto por bonitas  y fantasiosas promesas de campaña. La gente a la primera impresión descubre las intenciones de cada precandidato y candidato, hasta en el modo de dirigirse a ellos, el ambicioso político deja muchas dudas, mucha inseguridad, quizás esto ha originado tanto abstencionismo en elecciones anteriores; la poca calidad moral de los aspirantes sigue pesando mucho a los partidos y es un desafío considerable para los dirigentes de los mismos.

En los últimos años han surgido personas y asociaciones que no están conformes con el papel que han jugado en el escenario político los partidos, por lo mismo han propuesto la desaparición de ellos, sin embargo, serán de nueva cuenta los protagonistas en las próximas elecciones, y están bajo el enorme reto de recuperar la confianza de la gente, que la millonada invertida en sus campañas sea devuelta en acciones de progreso para todos.

En San Luis Potosí, la guerra de los partidos se está gestando como es costumbre con una serie de descalificaciones, muchas de ellas sin fundamento, en contra de quienes pudieran ser obstáculo para alcanzar cargos públicos. Lo que yo puedo decir es que no se vale votar a favor de quienes utilicen la denostación y la difamación como parte del discurso de campaña, al contrario, que podamos contar con campañas inteligentes, ricas en propuestas y como ya lo he dicho: con los mejores candidatos.

No nos dejemos llevar solo por los colores, que el verde, el azul o el amarillo, analicemos muy bien los compromisos y votar  de forma razonada. También votemos por quienes no nos han defraudado, que hicieron un gobierno de cara al pueblo y que siempre se mostraron cercanos a quienes depositaron su voto y su confianza, que no escatimaron recursos a favor de su comunidad, sobre todo, a favor de los que menos tienen.

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