TRAZOS Y SOMBRAS
Por Leónidas Fernández
Al final del día, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump se salió con la suya, -y no solo él, también su vecino del norte, Justin Trudeau de Canadá, al declarar a los cárteles mexicanos como “grupos terroristas.” O estos hombres están verdaderamente deschavetados o no midieron las consecuencias o los alcances de su determinación.
Los cárteles mexicanos siembran mariguana, trafican cocaína procedente de Sudamérica, elaboran metanfetaminas, fentanilo y producen heroína con productos provenientes de Asia. Desde luego que otros grupos o ramificaciones le entran a la trata de personas, al secuestro, a la extorsión, al cobro de piso, al robo de vehículos entre otros delitos del fuero federal o común.
Por su parte, los gringos son los principales consumidores, traficantes y revendedores de droga, son los primeros proveedores de armas de alto poder a todas esas organizaciones, – solo que allá, – en los Estados Unidos, los fabricantes de armas no son criminales, no son delincuentes, ni mucho menos terroristas, simplemente son emprendedores o empresarios de cuello blanco y cabello rubio.
Hasta ahora, por fortuna, en México y por muchas décadas, nunca se han detectado grupos terroristas que se dediquen a colocar bombas en sitios públicos o de alta concentración urbana, como en estaciones del metro, plazas, escuelas o en eventos políticos y deportivos o de otra naturaleza, como ha sucedido en los Estados Unidos de Norteamérica.
En México no existen grupos que se dediquen al sabotaje, o a la colocación de explosivos en edificios públicos, plantas termoeléctricas, nucleares, hidroeléctricas, carboeléctricas, de ciclo combinado o subestaciones. No tendrían porqué existir, pero a eso los están llevando.
Tampoco hay sabotaje en plantas, plataformas o pozos petroleros. Los verdaderos terroristas no solo secuestran aviones y los estrellan en edificios como en las Torres Gemelas, en el Pentágono y por poco, en el Capitolio.
En México eso no lo vemos, sencillamente porque el gobierno no se anda metiendo en lo que no le importa, cosa en que los gringos son expertos en meter su nariz en todo el mundo para fortalecer su economía de guerra.
La decisión de los gobiernos gringo y canadiense de declarar terroristas a los cárteles mexicanos es una medida injerencista y sienta un gravísimo precedente para ellos y para nosotros. Sus consecuencias serán de mediano, de largo plazo y de pronóstico reservado.
Si se hizo con el propósito para presionar al gobierno mexicano para que no se desentienda del tráfico de estupefacientes y les baje a los actos de corrupción está relativamente bien y sujeto a muchas precisiones, pero si la intención es para intervenir militarmente o meterse con sus policías al país, simplemente es un exceso y una arbitrariedad, por el lado que se vea.
Ahora la delincuencia organizada, tendrá pretexto para incursionar en Norteamérica de otra manera, entrar por otros lados y no precisamente la frontera. Si la acorralan o le quitan el negocio. Si les pegan en su parte financiera, los detienen, los extraditan y los condenan con la pena de muerte, entonces no dudemos que se la cobrarán a los güeros, al final del día los capos cohabitan en un país donde la vida no vale nada.
Hasta pronto