Si algo nos queda claro a los mexicanos en la primera semana de ingreso a la fase crítica de la epidemia originada por el mortal Coronavirus, es que el impacto y las repercusiones para la salud y la economía son ya preocupantes, irreversibles y de brutales consecuencias, menos para el gobierno federal.
Conforme aparece en transmisiones especiales de televisión o durante las conferencias mañaneras, es evidente que las prioridades de Andrés Manuel López Obrador continúan siendo distintas a las de sectores importantes y que su agenda de gobierno es otra, si es que aún la conserva porque al parecer pierde terreno con varios segmentos socio-productivos y frente a varios mandatarios estatales a los que ya les puso en sus calles al Ejército.
Veamos: Con el reparto de responsabilidades a los gobernadores de los estados, para la atención y el control de la pandemia, está claro que los gobernadores y los presidentes municipales serán los que paguen los platos rotos, porque será a ellos a quienes les carguen los muertos de la pandemia, luego de que la federación les falló con los recursos, con los equipos e insumos para su control.
Varios de ellos, principalmente los que han pedido una distribución más justa y equitativa derivada del acuerdo de coordinación fiscal han levantado ya la mano para desprenderse del pacto federal, lo cual significa que ya entendieron que fueron electos democráticamente, que sus estados son libres y soberanos y que por consiguiente no son ni empleados ni subordinados del presidente.
Por otro lado, esencialmente en el tema económico, a AMLO pudiera representarle una importante reducción a su capital político y que ello conlleve al principio del fin del imperio de la Cuarta Transformación. Con su gabinete económico, el presidente hace lo que le viene en gana y hace oídos sordos a sus reflexiones.
Con los organismos financieros y empresariales, con el sector político y social y con los medios de comunicación, el presidente López Obrador se ha confrontado, ha ensanchado la brecha al desencuentro y se empeña en pavimentar el camino al precipicio.
No es casual que el presidente de la República le haga el “huácala o el fúchila” a los acuerdos o disposiciones del Banco de México y del Banco Interamericano de Desarrollo, instituciones que buscan solidariamente establecer e impulsar mecanismos inteligentes para apoyar a la pequeña y mediana empresa.
En reiteradas ocasiones, AMLO ha dicho que, “El Banco de México es autónomo, pero la reservas no son de ellos, ni del gobierno, sino de la Nación”, de tal manera que el deslizamiento y discurso presidencial ha sido, es y seguirá siendo: “Lo único importante que debe brillar son mis programas sociales de apoyo a los pobres, los demás que se jodan”.
Indudablemente que para el presidente de la República el escenario es adverso; lo mismo para su Movimiento porque simplemente el partido que lo llevó al poder no existe, MORENA es AMLO y, para ello se prepara y está preparando a uno en especial. No son fortuitas las frecuentes apariciones con exceso de atribuciones y protagonismo del “vicepresidente” Marcelo Ebrard.
Como Secretario de Relaciones Exteriores, Ebrard Casaubón, lo mismo habla de política externa que como Secretario de Comercio o Economía de las compras a China; o bien, como Secretario de Salud para dar conocer integro el decreto del Máximo Consejo General en materia Sanitaria, de tal suerte que Marcelo cabalga en Caballo de Hacienda para posiblemente llegar, sin sobresalto alguno a Gobernación, y de ahí, pues bueno….Dios dirá.
Hasta pronto
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