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Autoridad débil, pandemia implacable

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domingo, mayo 5, 2024

A estas alturas de la pandemia, nadie niega, ignora o desconoce que, guardar el equilibrio entre la crisis de salud que nos golpea despiadadamente con el efecto económico que impacta negativamente, resulta complejo y difícil de sortear, pero ¿Acaso no era mejor enfrentar y asumir con todos sus riesgos y consecuencias medidas duras y contundentes que controlaran el contagio?

En nuestra opinión sí. Debimos, – todos sin distingo, asumir los riesgos y los inminentes efectos económicos devastadores que producirían medidas drásticas que debieron lograr frenar la pandemia; hoy es demasiado tarde. El problema es que desde el inicio mismo de la enfermedad tanto autoridades federales como estatales y municipales mostraron un manejo errático, indolente, lleno de simulación y fantasía.

El impacto demoledor por el aumento en el número de infectados por coronavirus y por consecuencia de muertes producidas, es algo que ya se veía venir. Lamentablemente las autoridades sanitarias simularon, se mostraron débiles y dubitativas en tomar acciones de prevención que pudieron frenar o por lo menos contener la pandemia.

De origen, el estado de San Luis Potosí y sus gobernantes nunca estuvieron dispuestos a actuar decididamente. Desde que el gobernador Juan Manuel Carreras se echó en brazos del gobierno federal, perdió la oportunidad de mostrarse como un mandatario con luz y decisión propia. “Todo lo que dijera el centro estaba bien”, nunca una señal de discernimiento por todas esas medidas equivocadas que han puesto a la entidad en todos los colores de alerta máxima, menos en verde.

Desde que inició la pandemia, se recuerda bien que la ex titular de Salud, Mónica Liliana Rangel, (hoy en campaña política) dijo que, en San Luis Potosí, si no se tomaban medidas enérgicas para controlar el virus, la cifra de infectados podría llegar a 30 mil y que el número de muertos alcanzaría los 3 mil. La señora se quedó corta, porque al cierre del mes de enero, la entidad le anda pegando a los 50 mil contagios y con más de 4 mil fallecidos.

¿Qué fue entonces lo que sucedió? Veamos: Ciertamente el sistema de salud hoy por hoy colapsado y decadente por la corrupción imperante, carecía de la infraestructura suficiente para atender y enfrentar una pandemia de esta magnitud, – pero igual, siendo honestos, ni el gobierno del estado ni las autoridades de salud estaban preparadas financiera, médica y científicamente para hacerle frente. Si a esto se suma la ausencia de carácter y el entreguismo del gobernador al presidente de la República, pues bueno, ni hablar.

Por otro lado, ¿En qué momento el gobierno estatal perdió el piso? Sin duda que el carácter débil de las autoridades locales fue un factor determinante para que la pandemia se detonara. Nunca en realidad existió la voluntad y firme decisión de frenar la movilidad. Tampoco tuvieron los tamaños para parar la industria de la construcción, cerrar bares, plazas públicas, centros turísticos, antros, restaurantes, supermercados, tiendas de conveniencia, tianguis sobre ruedas o dominicales, el transporte público o colectivo; sitios y espacios que por supuesto se convirtieron en los epicentros del contagio.

La salida facilita y cómoda para Mónica Rangel y luego para Miguel Lutzow, fue culpar y responsabilizar de todo a la sociedad potosina que, – también, – digámoslo claro, actuó irresponsablemente acudiendo a fiestas familiares en diciembre, a reuniones de amigos, a eventos sociales, políticos y deportivos. Eso nadie lo puede negar, los resultados ahí están. Lo que no se vale es que las autoridades simulen y no reconozcan con humildad que la han defecado, y feo.

Todos los días, habremos de acostumbrarnos por sabrá Dios cuanto tiempo, a observar nuevas cifras de infectados y de muertos. ¡Total! que tantos son 50 mil contagiados y 4 mil muertos. De que habrá camas y respiradores disponibles, las y los habrá; claro que los habrá, – pues como no, si todos los días la gente se está muriendo, – es decir, – no seamos tan ilusos de que habrá una mayor reconversión o nuevos equipamientos, simplemente porque las personas que están partiendo, otros enfermos ocupan esos hospitales, camas y equipos.

Si somos realistas, las medidas adoptadas desde hace una semana en que San Luis Potosí entro al semáforo rojo, obvio que son insuficientes. Ya se los dijeron, “su semáforo es light”, simplemente porque andan con medias tintas. No tienen ni han tenido, la autoridad, o el carácter ni la fuerza moral o política para imponer medidas restrictivas que verdaderamente contribuyan a disminuir los contagios.

Si su única apuesta es la vacuna anti-COVID, sigan sentados esperando porque a nivel mundial y México, eso ya se convirtió en “la gran alcahuetería. Hoy por hoy, son más las dudas que las certezas de su llegada y efectividad. Muchos viejos tendrán que esperar, porque los llamados Servidores de la Nación o Defensores de la Patria, tienen listos sus padrones de beneficiarios en los que evidentemente miles de ancianos no están, solo los que votaron por ellos.

Hasta luego

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