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Gritos de dolor en el vacío

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viernes, abril 26, 2024

Por: Toño Martínez

Quien y cuando terminará el infierno que están viviendo mujeres en México por el horror de las desapariciones, asesinatos, violencia de todo tipo e impunidad, como si se tratara de una conjura para reducir su papel a seres de segunda, sin dignidad y objetos reemplazables para la sociedad.

Que ironía que mientras leyes relacionadas con Derechos Humanos, equidad de genero, garantías y respeto a las mujeres atiborran documentos, un deseo irracional, morboso y destructivo parece apoderarse de muchos hombres para descargarlos contra ellas.
Que culpa tiene la esposa, madre, hijas, vecinas, conocidas o desconocidas de las frustraciones del hombre de mentalidad patriarcal para sentirse dueño de la mujer, el único que decide que es y lo que debe hacer, creer que tiene poder y predominio
y que solo su autoridad cuenta para presumirse con derecho para descargar su furia contra ellas o hacerlas víctimas de sus instintos primitivos.

Es increíble que desde las primeras y rústicas organizaciones tribales allá en el paleolítico, la mujer haya tenido el rol fundamental de ser compañera, la encargada, de cuidar los hijos, formarlos procurarles alimento, vestirlos y al mismo tiempo participar con ellos en la recolección, siembra, cosecha, cacería e incluso jugar funciones de responsabilidades de mando como ocurría más tarde en las civilizaciones mesopotámica, egipcia, griega y posteriores; y sin embargo ahora que en documentos se plasma la igualdad de género, sean víctimas crecientes de la barbarie.

Es culpa de todos, de complejos del varón y de gobiernos que en la retórica prometen protegerla pero en los hechos son omisos, emprenden medidas que las dañan, promueven conductas de odio y solo las utilizan a su conveniencia con presuntos apoyos en educación, empleo, desarrollo pero que propician la impunidad al no. sancionar a agresores.

Que lastimero, que coraje escuchar los estribillos que nacen de la desesperación, cuándo colectivos de mujeres llenas de frustración y furia salen a las calles portando imágenes de violadas, asesinadas o desaparecidas, y unen sus voces en demanda de: ‘ Justicia, justicia, justicia» … «Ni una más, ni una mas’ …

» La culpa no era mía, ni dónde estaba ni como vestía…el violador eres tú, solo tu, el policía, los jueces, el Estado, el presidente ..el estado opresor es un macho violador…».
Voces que caen en el vacío, en la oscuridad oficial.

Vemos cómo tratando de descalificar minimizar las protestas tanto del gobierno, – lo han hecho el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, la jefa de Gobierno en la CDMX Claudia Sheinbaum y varias ser esas figuras políticas oropelescas – fijan critican, condenan actos de vandalismo que cometen anarquistas infiltradas, pero no sé fijan en el dolor, los ojos inflamados de llorar de madres o hijos en el rostro surcado por la angustia de buscar la ley o a la desaparecida y toparse solo con la promesa falsa e indiferencia de las autoridades.

Las mujeres, como tampoco la sociedad necesitan de un gobierno al que le importa más imponer doctrinas ideológicas y sofocar las libertades, que atender el sufrimiento de las desapariciones y asesinatos de mujeres.

Así no sirve, así es vergüenza,  es impudicia

No poner al centro de sus políticas la dignidad humana en seguridad, salud, igualdad, amparo a la mujer, aplicar el estado de derecho, es como no tener autoridad.

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