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Y porque no el PRI

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lunes, mayo 6, 2024

 

Fernando Díaz de León Cardona

El enorme desafío que tiene el Partido Revolucionario Institucional PRI, en la perspectiva político-electoral 2021 es único y descomunal. Sus otrora opositores, hoy aliancistas por estrategia, le habían antes extendido su acta de defunción, sin embargo, la realidad del tricolor es otra; está vivo y actuante, mantiene vigente su liderazgo, estructura y organización en todo el estado.

En la opinión pública, el Partido Acción Nacional PAN, fundamentalmente, ha instalado la idea de que el candidato a la gubernatura de la coalición PAN-PRI-PRD-PCP deberá emanar de las filas albiazules, – esto, porque supone ser la segunda fuerza electoral o porque dice tener mayoría en el órgano ejecutivo que decidirá la candidatura, pero desestimando o pasando por alto que el PRI está vivo y que es gobierno en la entidad potosina.

Esta es una, – la otra es, que, si se remiten a una cuantificación real de estructuras, organismos sectoriales y militancia efectiva en los 58 municipios a través de sus comités municipales y seccionales, el PRI podría demostrar un padrón de militantes 20 veces mayor al que tiene el Partido Acción Nacional, de tal manera que esa segunda fuerza político-electoral que el PAN presume, podría quedar en evidencia en tanto que sus estructuras son diametralmente menores frente al PRI.

Bajo esta visión, ¿Cuál podría ser entonces el argumento principal que esgrima el PAN para sostener y defender que va mano en la designación del candidato a gobernador? Si se ajustan a los resultados de la elección 2015, ciertamente Acción Nacional obtuvo una votación importante en su lucha por la gubernatura, sin embargo, no logró ni ganar el gobierno del estado ni los principales municipios como San Luis capital, Soledad, Matehuala y Ciudad Valles, entre otros, que concentran el mayor número de electores.

Ahora bien, puestos en el escenario del 2018, es obvio que el fenómeno AMLO marcó una ruta diferente en las preferencias electorales. Todos sabemos que, en las elecciones pasadas, el PRI envió a la contienda al cuarto para las 12 a un candidato dubitativo, vulnerable, débil; que incluso se identificaba más con los gobiernos panistas que con los priistas. La historia de José Antonio Meade y su accidentado paso por la candidatura presidencial no miente.

Hace poco más de dos años, la pelea por la presidencia de la República se dio entre el Movimiento de Regeneración Nacional MORENA, que supo capitalizar el hartazgo social y los errores del pasado, contra un conservadurismo a ultranza enquistado en un PAN y PRI incapaces de reinventarse y vencer la inercia que durante años venía empujando López Obrador.

Ello explica por qué el PRI se colocó “a nivel nacional” en tercera o cuarta fuerza electoral, sin embargo, no pierdan de vista que cada estado tuvo y tiene hoy por hoy características y condiciones políticas muy particulares. Cuadros experimentados los tiene, hombres y mujeres valiosas y capaces también.

Entonces, ¿Qué tendría que hacer el PRI potosino para primeramente recuperar confianza entre sus propias filas y bases militantes, – y segundo, ¿para presentarse hacia afuera como oferta y una opción real, viable para recuperar los espacios perdidos y para conservar la gubernatura del estado?

En primera instancia, creo que el tricolor está obligado a enfrentarse a su propia conciencia política y asumir una actitud humilde y madura de autocrítica constructiva, siempre bajo el principio de que el priismo potosino no fue ni es de ninguna manera responsable de los errores y excesos que otros priistas cometieron en otros tiempos y espacios.

Los priistas deben saber y tener claro, que la estrategia nacional de MORENA, es debilitar a sus oponentes mediante la cooptación y la manipulación de las instituciones de justicia, de las fiscalías electorales y de inteligencia financiera para desprestigiar, amedrentar e imponer terror con el sólo objetivo y consigna de llegar a junio próximo para tratar de conservar la mayoría en la Cámara de Diputados y con al menos 10 o 12 gubernaturas de su lado de las 15 que se disputarán.

En todo este escenario, estimo que el PRI puede demostrar de que está hecho. Por principio de cuentas, todos los aspirantes a un cargo de elección popular, deben ser examinados escrupulosamente y evitar en ellos el discurso tradicional y demagógico entre la militancia. Deben tener claridad en el replanteamiento de la razón de ser y del porqué de la coalición con el PAN y con el PRD en este 2021, ya que ni la duda ni la simulación son buenas consejeras.

Históricamente han sido adversarios y por lo tanto no será sencillo convencer al priismo de la necesidad o conveniencia de transitar juntos en el eventual caso de que la coalición y la alianza se sostenga. En este contexto, es conveniente una segunda y profunda reflexión del porque debe ser el PAN quien proponga el candidato de la coalición y no el PRI, que demostrado está, y a diferencia del PAN, cuenta con una más amplia estructura y base social capaz de sacar adelante la elección.

Entre el priismo existe plena conciencia de que en el PAN y en MORENA se podría generar una probable ruptura y división a partir de las dificultades expuestas en sus procesos internos. Esto, al PRI le favorece y lo más sensato es esperar sus desenlaces. Mientras tanto, es prudente resistir la tentación de “los destapes” , esperar tiempos y las mejores condiciones de la negociación.

Hasta pronto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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