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domingo, mayo 5, 2024

¡Cuánta ingenuidad!

Pocos analistas, ni los más picudos, ni los gargantones  de las televisoras nacionales se aventuraron a establecer un pronóstico de resultados de las elecciones  donde el pasado domingo se disputaron tres gubernaturas. Hicieron juicios, conjeturas, hipótesis, y otros, hasta mentalmente se masturbaron, pero ninguno, ni las casas encuestadoras se atrevieron a afirmar que el Estado de México y Coahuila serían para el PRI y Nayarit para el PAN.

Hubo honrosas excepciones de observadores y columnistas que sí lo dijeron, pero mejor nos reservamos el dato para no despertar celo. Nadie tuvo una bola de cristal pero el escenario estaba más que cantado y dibujado, y solo había que atreverse a decirlo y correr el riesgo de equivocarse, al fin y al cabo no pasaba nada, pero, no lo hicieron, no se la jugaron, y, a toro pasado presumieron sus juicios según ellos anticipados para presentarlos como válidos,  así cualquiera.

Ahora resulta  que 72 horas antes de los comicios, incluso  después de la elección, los candidatos de Morena, del PAN y del PRD  comenzaron a darse cuenta que estaban frente a una elección de estado, ¡que ingenuidad! ¿A poco no supieron o no tuvieron la suficiente información para desglosar los mil millones de pesos que se repartieron en el Estado de México para favorecer al candidato del PRI? ¿O de las movilizaciones de brigadas de SEDESOL de todo el país y que fueron concentradas en el EDOMEX para operar a favor de Alfredo del Mazo?

¿A poco fueron tan inocentes o candorosos como para no anticipar que la cruenta, cruel y despiadada guerra sucia con propaganda negra contra Josefina y Delifina sería un  elemento clave para mover las preferencias electorales? Pues parece que no, porque la noche del domingo 4 de junio varios de los candidatos se decían y se veían sorprendidos.

Para esos gargantones de Televisa, TV Azteca y de otros canales no menos importantes, sus razonamientos fueron de párvulo. Salvo posturas honrosas como la de Lorenzo Meyer, todos se partieron el cráneo para tratar de explicarse que fue lo que había sucedido en el EDOMEX, sin embargo ninguno convenció con sus sesudos análisis revueltos de chile manteca y frijol.

En su inmensa mayoría, el debate lo centraron en quien al final del día había ganado o perdido. Para algunos, el PRI había sido el vencedor, para otros no. Varios decían que el PAN fue el gran perdedor aunque sus líderes argumentaron que no. MORENA, dijo que gano y avanzó y, el PRD, calladito y comodito, solo se limitó a aceptar los resultados. “Yo de aquí no me muevo”, a los perredistas mal no les va, ganan bien, se dicen de izquierda pero viven como los prominentes de derecha.

Solo el maestro Lorenzo Meyer fue más certero cuando preguntó: ¿Y los mexiquenses, los coahuilenses y los nayaritas que culpan tienen? “Ya todos los partidos se dijeron vencedores, otros aceptaron su derrota, pero los mexicanos qué, ¿quiénes verdaderamente perdieron o ganaron? Obvio, esos estados que serán gobernados por partidos políticos que lograron la miserable cantidad de un tercio de la votación que no legitima a ningún gobierno.

Que la elección del domingo pasado presagia y anticipa lo que sucederá en 2018, también es cierto. El PRI, desde ahora lo pronosticamos, no saldrá de los Pinos, porque ha sido un partido capaz de reproducir sus condiciones de existencia. El PRI,- dicen, es como la Huasteca, es muy proclive a la devastación pero insospechada e increíblemente se recupera.

El PAN no llegará porque está totalmente fracturado. A Margarita Zavala no le alcanzará y, en la interna, es altamente probable que sea vencida por Rafael Moreno Valle o por el propio Ricardo Anaya. Andrés Manuel López Obrador estará otra vez  en la punta. ¿Que solo las mal llamadas izquierdas juntas podrán lograrlo?, también es cierto, pero para ser francos, ni el PRD jugará con el Peje ni el Peje jugará con el PRD, no les conviene semejante sacrificio, cada uno tiene sus cotos o ínsulas de poder político y económico.

Ahora bien, una alianza PAN-PRD para la elección presidencial en 2018 sería impensable, prácticamente imposible. Las coaliciones han funcionado en otras entidades porque las condiciones políticas regionales han sido favorables, pero no para la silla grande, esa, nadie estará dispuesto a compartirla ni mucho menos  a ceder un centímetro de Los Pinos, ya lo veremos.

Y decimos que lo veremos porque simplemente ¿cuál podría ser la oferta política de una alianza que ideológicamente es irreconciliable en los hechos? Si en otros estados como Veracruz les funcionó, no fue porque presentaron una mejor propuesta de gobierno, sino que sus actores saben que el pastel es grande y que en los negocios a todos les ira bien, como a Javier Duarte, pero nada más.

Aquí en San Luis Potosí, las posibilidades de una alianza formal o informal entre el PAN y el PRD son nulas. Y lo son más ahora, porque el efecto Edomex, les pegó hondo y en lo más profundo de su ser, ni modo, así fue, aunque Max diga que no.

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