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jueves, abril 25, 2024

Resulta chusco, a veces curioso, aunque francamente patético, que, acercándose la fecha para decidir sobre la candidatura al gobierno del estado, algunos de los actores políticos interesados en alcanzar la nominación del partido al que pertenecen, presuman de su estrecha cercanía, de sus relaciones de amistad y hasta de “llevarse de a cuartos o a nalgadas” con personajes que suponen serán claves y factor decisivo en la designación.

En 2015, – por ejemplo, – los 8 o 9 fantásticos del PRI que buscaron ser candidatos al gobierno del estado, se empeñaron en difundir versiones de su amistad con Enrique Peña Nieto. Algunas fotografías de los precandidatos con el presidente de la República circularon en medios y en redes sociales dando fe y testimonio de su cercanía con el poder central, al grado que hasta uno de ellos terminó emparentando con el hoy perseguido y repudiado ex presidente.

Evidentemente que los escenarios han cambiado. En el PRI, sin la presidencia de la República, la apuesta del momento para ser considerado en 2021, se llama Alejandro Moreno Cárdenas y nadie más. Sobre todo, si se considera que la “roque señal enviada” a los gobernadores priistas, o mejor dicho la reciente reforma estatutaria, concede al líder tricolor todas las facultades para decidir desde la integración de la planilla de un Cabildo, hasta la nominación de postulantes a diputados locales, federales y, desde luego, del candidato a gobernador del estado.

Desde luego que la postura que asumirán los gobernadores priistas, excepto contadísimos casos, es que serán los mandatarios quienes busquen incidir en su propio proceso de sucesión, finalmente es a ellos a quienes les costará la campaña del 2021, con todos los riesgos y el costo político que ello significa. Por otro lado, a algunos mandatarios, les vino como anillo al dedo la reforma estatutaria, toda vez que se deslindarán de cualquier responsabilidad por el resultado que se tenga en las urnas el primer domingo de junio próximo.

En el caso del PAN, andan por las mismas, presidente de la República panista no lo tienen, de tal suerte que su apuesta es con Marko Cortez, en lo que a la definición política se refiere, y, – en el aspecto económico, – los aspirantes del PAN a la gubernatura del estado, saben que tendrán que pasar charola a los poderes fácticos para vida de financiar una campaña que, a costos actuales andará fácilmente entre los 150 y 200 millones de pesos que, para ser francos, dudo que los 7 u 8 aspirantes panistas los tengan, a menos que sea dinero que salga de las arcas públicas por virtud del cargo que ostentan.

En MORENA andan igual que aquel PRI del 2015. Todos los aspirantes a la candidatura al gobierno del estado, presumen gozar de los afectos de AMLO. Todo su resto político lo tienen puesto en esa presunta relación, – sin embargo, – “conociendo al hombre como es”, la mayoría de ellos ha depositado sus esperanzas prendiéndole veladoras a San Marcelo, a San Mario y a San Ricardo.

Sin excepción, los ex priistas, luego perredistas y ahora morenistas de corazón, tienen la certeza que desde la Secretaría de Relaciones Exteriores o desde las Coordinaciones Parlamentarias en el Senado y en la Cámara de Diputados es que habrá de definirse la candidatura por San Luis Potosí. A ninguno de ellos les interesa Morena tal cual partido que es, el método de selección es lo de menos. Se mueven en sus estructuras, aunque saben que sus tribus son sectarias, pesadas y cerradas.

Hacen política a su estilo y desde su cuarto oscuro o de guerra, amarran, acuerdan y deslizan uno que otro madrazo a quienes ven y sienten cerca. Tienen en la mira a los nuevos partidos políticos que obtendrán su registro, y, lo mismo se sientan con líderes de nuevas centrales obreras que con figuras y organismos que podrían sumar a la causa.

Todos lo hacen y saben que esas alianzas consolidarán su proyecto. Todos por igual tienen sus sueños legítimos, pero también los aterroriza sus pesadillas. Saben que una alianza entre MORENA con otras fuerzas políticas podría dejarlos fuera de la jugada. Tan lo saben, que guardan sepulcral silencio cuando observan el comportamiento de encuestas serias que no han variado el sentido de las preferencias electorales.

Hasta pronto.

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