Las implicaciones políticas que se tendrán en las elecciones federales y locales intermedias del 2021, por la detención de Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública Federal durante el sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa, serán demoledoras y contundentes para una derecha rancia y retrograda enquistada en el Partido Acción Nacional PAN, que de pronto bajó la guardia, entró en sepulcral silencio y se replegó en sus cuestionamientos al gobierno de la Cuarta Transformación.
La aprehensión de García Luna, no solo significa una magistral maniobra política firme para partirle su santísima madre a la ultraderecha tras desnudar la corrupción institucionalizada durante los gobiernos del PAN, sino que su trascendencia es mayor si se demuestra la probable inclusión y la red de complicidades de funcionarios de primer nivel del gobierno priista de Enrique Peña Nieto, concretamente de la Secretaría de Gobernación, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal y presumiblemente de algunos altos cargos de las fuerzas armadas y gobiernos locales.
El inicio del juicio en contra de Genaro García Luna en EEUU, es solo el principio de lo que en el transcurso del 2020 veremos, justamente en el año en el que legal y formalmente arranca el proceso electoral intermedio del 2021. El PRI y el PAN se mostrarán más chiquitos de lo que ya están o se empeñan en ser y tendrán que replantear sus estrategias. Las banderas que vienen esgrimiendo en el tema de la inseguridad y la economía nacional se doblarán al convertirse por obra y gracia de la inercia en los grandes perdedores de un escándalo que ya empezó y que va para largo.
Más acá de Pozos o de la Sierra de San Miguelito, no se ve por donde y con quien el PAN o el PRI puedan presentar una oferta política fresca y distinta para la gubernatura del estado cuando su propio principio los condena. El tema “García Luna” los mantiene en estado catatónico y de hibernación. Los deslindes aldeanos que pronto surgirán no valdrán, porque de alguna manera, todos por igual priistas y panistas de primera línea fueron los grandes beneficiarios de los dos hechos de corrupción más relevantes y escandalosos del momento, el del propio Genaro García Luna y el de Rosario Robles.
No imaginamos que estandartes para convencer al electorado podrían portar figuras del PAN como Sonia Mendoza Díaz, Octavio
Pedroza Gaitán, Xavier Azuara Zúñiga, Marco Antonio Gama Basarte o el propio Xavier Nava Palacios que se masturba y babea con llegar o cuando menos mantenerse donde está; después de la impúdica e inmoral relación y de evidentes acuerdos financieros con el narco, alentados estos, simulados o permitidos por el ex presidente panista Felipe Calderón y Genaro García Luna.
En iguales circunstancias podrían encontrarse varios priistas o panistas defensores de la potosinidad y varias familias de abolengo que todavía en 2015 presumían de su gran amistad y estrecha cercanía con Enrique Peña Nieto. Para todos ellos, los que se llevaban de “a cuartos” con el fiestero y enamoradizo, el escenario cambió, se volvió de pronto adverso, altamente complejo y difícil de sobrevivir a él.
Que, en 2020, o entrado el 2021 habrá sorpresas, seguro que las habrá. Algunos, como dice AMLO “tocarán madera”, buscarán otras alternativas de existencia y explorarán la forma de autoexcluirse de sus partidos que los vio nacer, que los encumbró y les resolvió su problema económico por los siglos de los siglos, ya lo veremos.
Nos leemos en enero.
