El gobierno de la capital potosina se ha visto novato, ñoño y frágil en situaciones y circunstancias delicadas que han merecido la atención de la opinión pública. El tema de la Oficial del Registro Civil,- María Teresa Carrizales,- no ha concluido y,- nadie,- en sus cabales, puede interpretarlo simplistamente como un asunto mediático o político coyuntural. Si algunos analistas tratan de desvirtuar, confundir o torcer el hecho, entonces es doblemente deleznable y condenable.

Pocos son lo que han dado la cara y se han atrevido a enfrentar con arrestos el atropello del que fue objeto la Oficial del Registro Civil. El Secretario General del Ayuntamiento, Sebastián Pérez García, ya dijo que una eventual destitución del cargo “no le quita el sueño”, pronunciamiento que muchos entendieron como: “A mí me la pelan y háganle como quieran”.

Que poca madre de este servidor público que, se supone debería,- por el cargo que ostenta, respetar la ley y conducir los destinos del Ayuntamiento por el camino de la legalidad.

Lamentablemente a estos rufianes de la burocracia municipal es lo que menos les importa. En realidad no les quita sueño, así son porque así fueron formados. El propio Alcalde, Francisco Xavier Nava Palacios, está actuando en franca y abierta complicidad ante la abominable actitud de agredir a una mujer a la que no solo le basto sacarla a rastras de su centro de trabajo, sino que insiste en fincarle o fabricarle presuntas irregularidades supuestamente cometidas durante el periodo de su desempeño como Oficial del Registro Civil.

Más grave aún, es negar el ataque brutal cobardemente perpetrado y pretender desvirtuarlo. El presidente municipal se ha hecho literalmente pendejo y a lo mucho que ha llegado, es crear una comisión edilicia para que se investigue,- según él.-

Ya dijo que no puede hablar ni adelantar juicios porque “hay que respetar y esperar el debido proceso”. Esa boba salida y postura infantil de Xavier Nava no la ha asumido en su loca y enfermiza obsesión de culpar de todo y por todo a la anterior administración.

No lo ha hecho porque no le conviene. Su gobierno,- en calidad de mientras,- ya encontró culpables, ya hizo juicios sumarios, ya tacho de corrupta a la anterior gestión, ya la califico, ya la sentencio. Actuó como Fiscal y Juez implacable para responsabilizar a otros ante su evidente incapacidad de gobernar.

“El debido proceso” no le importo, le valió madre y se lo paso por el Arco del Triunfo. Aun así, sus incondicionales y aplaudidores a sueldo lo siguen encuerdando.

Si se observa en su exacta dimensión, Xavier Nava; los pasquines fifis que lo blindan, lo alientan y protegen, tanto como ese sequito de mentecatos funcionarios; probablemente no han medido y no han dimensionado el tamaño del daño que han causado a la sociedad y a numerosas familias con sus señalamientos y acusaciones, burdas estrategias y dudosas conclusiones.

El presidente municipal y su legión de inútiles, persisten en disparar en redondo sin darse cuenta que muy pronto les saldrá alguien más perrón que ellos. El tiempo,- dicen,- es afortunadamente sabio y a cada cual se le concederá su tamaño justo, ya lo verán. Hasta pronto.