En la vida, muchos hombres que intentan unir y proyectar la responsabilidad del trabajo con la familia lo logran, otros no. Guadalupe Díaz de León Reyes, (Lupillo), no solamente fue un hijo ejemplar, sino un hermano, padre, esposo y abuelo que supo cultivar y combinar el amor y el respeto entre la familia. Ayer se nos adelantó.

“Hijo de Tigre Pintito” fue Lupillo. Desde muy pequeño supo lo que significaba la cultura del esfuerzo y la importancia de conservar unida a la familia. Su padre, Don Guadalupe Díaz de León Castillo creador y fundador del H. Cuerpo de Bomberos en Ciudad Valles fue su ejemplo a seguir. En su interior, convencidos estamos que Lupillo se llevó el recuerdo y la satisfacción de haberlo logrado.

Este viernes, en la estación de Bomberos, las sirenas se escucharon sonoras en todo Ciudad Valles para pasar lista de presente. Ahí estuvo Lupillo, en el corazón y en el pensamiento de sus integrantes. Fue una ceremonia sencilla pero profundamente significativa. La despedida no fue fácil, el nudo en las gargantas de los Apagafuegos fue perceptible, tanto como el enorme sentimiento por el amigo que partió.

A la muerte de Don Guadalupe Díaz de León Castillo; Lupillo, como muchos se referían a él con cariño y respeto, siguió los pasos del comandante vállense para fortalecer en la Puerta Grande la Huasteca al H. Cuerpo de Bomberos. Y no solo eso, continuó con su ejemplar trabajo para realizar acciones altruistas en materia de Protección Civil que favorecieron a la Huasteca Potosina.

A su esposa Julia, a sus hijos y sus nietos; a sus hermanas, Beatriz, Alma Rosa, Nela, Arturo y Maribel, la ausencia de Lupillo deja un enorme vacío y un profundo dolor que solo se compensa con la satisfacción materializada de un hombre que cumplió con su deber histórico y por el haber cumplido en lo que fue, un hombre íntegro, al que las actuales y siguientes generaciones seguramente seguirán sus pasos y jamás olvidarán.

Descansa en Paz, querido Primo, nuestra eterna memoria para ti.