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Gran error, subestimar al adversario

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viernes, abril 26, 2024

La importancia de las encuestas serias y profesionales que se han realizado y que revelan los niveles de preferencia o conocimiento que la ciudadanía tiene sobre los probables candidatos a la gubernatura, es que después de estas mediciones; inevitablemente surgen las reacciones, las inquietudes, los análisis comparativos, las virtudes y defectos, los pros y los contras de quienes se mencionan como posibles, esto es lógico, entendible y comprensible.

Legalmente el proceso electoral 2021, inicia en septiembre de este año con la organización, instalación y validación de los órganos electorales que habrán de sacar adelante las elecciones intermedias del año entrante. Los partidos políticos hacen lo propio, se organizan, se renuevan y se fortalecen en sus estructuras. Al parejo de las autoridades electorales, cada partido tiene la responsabilidad de encaminar, conducir y concluir con sus procesos internos para la selección de sus candidatos.

No solo está en juego la gubernatura del estado, sino que cada instituto político deberá presentar un amplio y atractivo menú de postulantes que habrán de contender por las diputaciones federales, a diputados locales y a presidentes municipales; estatutariamente cada partido está emplazado a cumplir este requisito formal, independientemente de las alianzas formales o de facto que seguramente se darán antes, durante y después de las elecciones.

Las coaliciones y el cogobierno, son hoy por hoy, la vía para alcanzar la gobernabilidad, no hay de otra; sin embargo, dependerá de la conducción y el liderazgo que se ejerza en las distintas fuerzas políticas existentes. Todos los grupos y actores políticos tradicionales y actuales son importantes y, nadie, en nuestra opinión deberá excluirlos, porque ahí están, inciden, opinan y trascienden. Tienen un peso específico, un valor y presencia política real, nos guste o no.

A lo mejor en este momento, a meses de una definición política, quizá lo más importante es comenzar a definir cuál podría ser el rumbo que debiera tomar San Luis Potosí. Con excepción de MORENA que en la nueva realidad política conserva sus preferencias; el PRI y su jefe real, Juan Manuel Carreras, -debería, en reciprocidad a la amistad, lealtad y resultados de sus colaboradores, abrirse (de cuates y en corto un tantito), para dar señales por donde supone avanzar hacia una transición inevitable. “Debería de hacerlo hasta como estrategia para que no se cometan errores, imprudencias o aceleres.”

Ciertamente el PRI y el PAN por sí solos no lograrán vencer una inercia que se conserva vigente. Una alianza entre ambos resultaría altamente costosa para quien la promueva, la consienta o la simule. Ambos partidos, podrían hipotéticamente establecer una alianza no formal, pero si de facto, ello dependerá de quien se propone y se supone debiera conducir su propia sucesión, en la inteligencia de que habría para él un alto riesgo político.

El centro no es ajeno a lo que pasa en el estado potosino, sabe quiénes son los conservadores, los corruptos y los neoliberales. Sabe que negocios e intereses tienen, a quienes respaldan, representan, protegen, abanderan y simulan. Esa derecha plenamente identificada como rancia y trasnochada y que histórica e indistintamente se ha refugiado en el PRI y en el PAN, tienen rostro y tienen nombre, algunos presuntuosos y otros de abolengo, pero ahí están. Esa clase político-empresarial es la que ha sido la precipitante central de los conflictos y del atraso que por décadas ha experimentado San Luis Potosí.

En ese escenario de incertidumbre “para ellos”, otras fuerzas políticas y liderazgos reales siguen creciendo en todo el territorio potosino. Algunos las subestiman sin saber realmente que jugarán un papel importante y definitivo en el proceso electoral del 2021. Hoy por hoy, dicen quienes conocen, “es difícil estimar la dimensión de su crecimiento, pero no hay duda de que será mucho más importante de lo que sus adversarios suponen”.

Esa expectativa de alianza entre MORENA-PVEM, algunos otros partidos y otras fuerzas políticas locales y regionales, al igual que el crecimiento y la consolidación del gallardismo, ha comenzado a instalar la idea entre miles de potosinos de que el diputado federal José Ricardo Gallardo Cardona es la esperanza para San Luis Potosí.

En lo personal no tengo la menor duda de que ese sea su propósito, sin embargo, el joven político tiene un largo camino por recorrer, está hecho para ser y crecer y seguro estoy que no solamente luchara por llegar, sino que sabrá defender los espacios políticos que este movimiento y alternativa de cambio ha logrado, – a pesar, – ya lo dije, de sus muy contados detractores y una que otra prófuga del metate y del petate que gusta exhibirse en las redes sociales.

Cualquiera que sea su circunstancia política para el 2021, hoy en día, el movimiento Gallardista encabezado por este joven legislador, tiene frente así la descomunal, la enorme y más monumental oportunidad de ser pieza central, de ser factor determinante y actor principal para frenar y neutralizar a los poderes fácticos, – es decir, – a todas esa figuras y grupos conservadores de interés y de presión que han hecho a su antojo y capricho lo que han querido.

La coyuntura se le presenta a José Ricardo para que todas esas hordas, mafias y camarillas del poder que han dañado por años a San Luis Potosí se vayan “a jondear gatos de la cola a otro lado”. Eso lo sabe el presidente López Obrador y del él, de nadie más, dependerá el futuro y lo que se venga para nuestra violenta y secuestrada tierra, -obvio, también de los votantes.

Hasta pronto

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