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Daños y beneficios del bicho

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viernes, abril 19, 2024

Si el impacto económico por la pandemia iniciada en marzo de este año, trajo como consecuencia efectos demoledores para la economía de miles de mexicanos, el rebrote o aceleración del virus será devastador. El discurso presidencial que admite un repunte de infectados, pero igual, un registro menor en el número de muertos a nadie consuela ni alienta, por el contrario, provoca irritación.

Evidentemente que los estragos causados por el mortal virus en su primera incursión son de dimensiones insospechables. Hasta ahora, solo se ha cuantificado a los contagiados, a los sospechosos y a los muertos, pero llegará el día del recuento final sobre la magnitud del daño económico ocasionado a miles de desempleados, a pequeños y medianos empresarios que ya nada quieren saber de la Cuarta Transformación.

Mientras la pandemia crece y se propaga, las casas encuestadoras se desgajan la cintura por medir a los aspirantes a un cargo de elección popular. Encuestas van y vienen cada semana y sus ganancias ilimitadas generalmente se ven reflejadas en sus datos que no son otra cosa que confecciones hechas a la medida de quienes las manda hacer y las paga.

Los genios de la demoscopía, no han medido, – por ejemplo, – que piensan, que sienten y que dicen todos esos miles y miles de desempleados, emprendedores o inversionistas que llegaron al fatal punto de quiebre en su ingreso, en sus empresas y sus negocios por la simple razón de que no tuvieron el apoyo gubernamental.

Por el contrario, se les abandonó a su suerte, se les obligo a pagar sueldos y prestaciones en la etapa del confinamiento justo durante la suspensión de la actividad empresarial y comercial. El gobierno de la Cuarta Transformación, no solo no estuvo dispuesto a concederles la condonación de impuestos u obligaciones con el Fisco, con el IMSS o con el INFONAVIT, sino que tampoco acepto prórrogas razonables en los pagos.

Pese a que son los pequeños y los medianos empresarios los sostenedores de la planta laboral más importante en el país, muchos aguantaron la crisis, pero la inmensa mayoría, la realidad es que quebraron y con ello se dio el consecuente despido de cientos de miles de trabajadores que hoy son parte de ese ejército de desempleados que no reciben y que no son beneficiarios de alguno de los programas sociales que viene otorgando el gobierno federal.

La hipótesis del presidente Andrés Manuel López Obrador, de que los programas de bienestar permitieron el consumo y reactivaron la economía es, como él lo dice, un sofisma, ya que solamente fueron segmentos clientelares política y electoralmente los beneficiados y nunca los que verdaderamente fueron parte de la planta laboral que obligadamente fueron despedidos como consecuencia en la caída de la producción, la comercialización y las ventas.

Si en solo ocho meses, el bicho del coronavirus y las políticas erráticas para su contención y mitigación tuvieron consecuencias demoledoras para la salud y la economía, la segunda oleada que enfrentamos por el rebrote será inmensamente destructora y catastrófica porque es de esperarse que habrá más quiebres de negocios y empresas y, otra vez, más desempleados.

Ojalá que todas esas firmas especializadas en demoscopía, hicieran un ejercicio honesto y transparente para realmente informar a la sociedad del impacto brutal que ha tenido la pandemia entre quienes perdieron sin despedir a un ser querido, – o bien, medir objetivamente tendencias y preferencias electorales de los que se quedaron sin trabajo o que se vieron en la necesidad de bajar la cortina en su empresa o negocio.

Apuestas abundan en el sentido de que todos esos miles de potosinos o millones de mexicanos y sus familias; saldrán el primer domingo de junio a cobrarle la factura a la 4T y a sus candidatos a algún cargo de elección popular. Por mucha aceptación que en lo personal tenga el presidente López Obrador, para los partidos políticos opositores al actual régimen; el status quo, les traerá un beneficio colateral y tendrán la oportunidad de recuperarse y jugar en la contienda en igualdad de circunstancias.

Puesto así el escenario, – de ningún partido, puede decirse que está muerto o desarticulado, y que sus candidatos no serían competitivos. En esa lógica han querido encasillar al PRI, pero sin querer observar o admitir que el error del adversario está puesto en la mesa, que es demasiado evidente y que solo es cuestión de saberlo administrar y proyectarlo entre todo ese electorado que, desconcertado ante la crisis perdió la esperanza del cambio verdadero.

Hasta pronto

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