Toño Martinez
Cuarenta y dos años después de haber nacido como un modelo integral de salud y servicios para atender por igual a derechohabientes del Seguro Social y a personas sin asistencia social, durante el régimen del presidente José López Portillo (JOLOPO), y que permaneció operando en gobiernos posteriores aunque con cambios de nombre, pero con los mismos principios, llegó la pulverizadora de la cuarta transformación que lo transformo en IMSS-Bienestar y cono su administración no es apta para manejar empresas ni servicios de ningún tipo, lo desaparece por decreto que firma la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo publicado este lunes en el Diario Oficial de la Federación.
No sirvió como tantas otras cosas que caen en las manos de estómago del obradorismo pero que le cuestan al país miles de millones de pesos.
Cayó otra mentira del ex presidente que ofreció un Sistema de Salud Universal mejor que el de Dinamarca y cuando lo dijo le aplaudieron de pie y hasta con pucheros de felicidad sus diputados (no del pueblo) y senadores. Creo que hasta hubo una que otra legisladora que se desmayó de la pura emoción.
A partir del decreto de Sheimbaum Pardo, los programas del IMSS-Bienestar serán absorbidos por el régimen ordinario del Seguro Social, lo cual representará una carga extra muy pesada en lo financiero, personal, capacidad hospitalaria, medicamentos e insumos que rebasarán su presupuesto anual que oscilará en 1.1 billones de pesos.
Para entrar en contexto y entender mejor; en el sexenio de López Portillo y buscando como darle salud y asistencia a grupos vulnerables sin servicios médicos como los indígenas, jornaleros, ambulantes, prestadores de servicios, etc, se establece una alianza entre el Seguro Social y el Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Deprimidos.
Todos ellos tendrían acceso a servicios médicos, clínicos y a través de redes comunitarias se les promovería la salud preventiva y vacunación. Abarcaba la atención a mujeres embarazadas con apoyo de parteras empíricas previamente certificadas y así funcionó.
En gobiernos posteriores, el programa cambió de nombre al integrarse a otras secciones y se denominó IMSS Solidaridad, IMSS Oportunidades, IMSS Progresa pero conservando la misma estrategia mejorada y los mismos objetivos sociales.
Pero llegó a la 4T, donde lo bautizan como IMSS Bienestar y ahí fue donde la puerca torció el rabo.
Se firmaron convenios con Gobiernos estatales como en el caso de San Luis Potosí para fusionar recursos economicos y transferirles equipo a hospitales del Seguro Social ordinario pero, como en el caso del dichoso Instituto Nacional de Salud Bienestar (INSABI), fue otro fracaso
Para rematar, en el presupuesto de egresos 2025 de la Federación no le asignaron un solo peso a IMSS Bienestar inserto en el ramo 19.
Con ello el Seguro Social de siempre necesitará más presupuesto, unas 10 mil plazas médicas extra, ampliar instalaciones y equipamiento así como medicamento e insumos. Válgame Dios con la 4T, sus experimentos le están costando muy caro al país que ya de por si arrastra billonario déficit.