Mientras que al Güero Carreras le enfatizan, le suben de tono y le sobredimensionan sus intervenciones para contrarrestar los efectos del Coronavirus, principalmente por las acciones concebidas y planeadas desde el centro, o por el programa económico de apoyo emergente, principalmente al comercio informal, microempresas y grupos vulnerables; el Alcalde de la capital, ‘Francisco’ Xavier Nava Palacios, nos anuncia que hace hoyos, tumbas o sepulcros “comunes,” para que en el corto o mediano plazo, sepultemos, enterremos o incineremos colectivamente o en masa a nuestros muertos que serían alcanzados por el bicho mortal.
¡Cuánta estupidez! y, como dice nuestro amigo el Rugi-Rugi León “No mames Pancho”. Y es que el presidente municipal y su banda de rufianes que regentean el Ayuntamiento, más otros sicarios a sueldo que operan por encargo y consigna en las redes sociales, andan más ocupados y preocupados por el trabajo que está haciendo el diputado federal José Ricardo Gallardo Cardona, en lugar de ponerse a trabajar y dejar de quejarse. Las pruebas ahí están; sus remedos de apoyos por la pandemia, solo lo recibirán las organizaciones sociales, los seudo líderes y las juntas de mejoras que le garanticen sumisión y lealtad “para lo que viene y se ofrezca”.
Ante la emergencia, el alcalde capitalino y su camarilla de ñoños no han tenido una sola pizca de materia gris para atender, aportar y contribuir con algo racional que encare la crisis de salud y la tensión económica que miles de potosinos tendrán que desafiar. Ordenar la excavación de cientos de fosas, habilitar, comprar o rehabilitar un crematorio para medio resolver el problema de mortalidad que las autoridades de salud prevén por la pandemia, esto sin transparentar los recursos que se están destinando para ese fin, siguen siendo una incógnita por las artimañas y turbios manejos de la actual administración para favorecer a sus cuates con el negocio.
Ya lo vimos con la asignación del contrato para la compra a sobreprecio de 50 mil luminarias para el alumbrado público, en donde Xavier Nava está destinando la friolera cantidad de 400 millones de pesos que, ante una epidemia de la magnitud como el Coronavirus no es de ninguna manera indispensable, mucho menos urgente o prioritaria en este momento de crisis sanitaria.
Al alcalde le valió madre todo y prefiere gastarse el dinero de los impuestos del pueblo en lugar de haber destinado ese recurso para fortalecer las capacidades institucionales en el sector salud. Si por lo menos asumiera una actitud sensible y responsable, el alcalde, en lugar de gastarse 400 millones de pesos en focos, destinara una parte en dotar de insumos y equipos de protección a médicos, enfermeras y personal de limpieza y seguridad, otra cosa sería, pero no.
¿Que podría responder esta caricatura de alcalde que ya rebasó la mitad de su ejercicio sin haber cumplido con su chamba o haber dado respuesta a las necesidades más sentidas de la sociedad? ¿Que podrían decir sus mediocres asesores de la comunicación política o social cuando la brutal realidad de su gestión lo condena?
La entrega de estufas que hizo Xavier Nava con su programa “Hasta la Cocina” y que compro al doble de su precio real, hoy por hoy se rematan en el mercado libre, poniéndose al descubierto la corrupción y la complicidad de él y sus funcionarios. Ante eso, ¿que podrían decir?
A toda esa horda de delincuentes disfrazados de servidores públicos y a sus francotiradores en las redes sociales, les mueve, les irrita, les produce diarrea y urticaria el hecho de que El Pollo realice gestiones a nivel nacional para jalar recursos a municipios comprometidos con la salud de sus habitantes. Les indigna que el diputado federal entregue alimentos, insumos de autoprotección y túneles sanitizantes aprobados por el sector salud. En verdad, ¡cuánta miseria intelectual! La de este gobierno municipal.
En fin, afortunadamente ya falta menos para que se termine la pesadilla y se vaya toda esa plaga que gobierna la capital. Ojalá se haga polla y pronto les encontremos, a Xavier Nava y a su banda; buenos tapabocas, de esos que dicen son infalibles para que no se expongan ni se infecten del maldito bicho, – pero, sobre todo, para que ya no hablen ni sigan diciendo las pendejadas a las que ya se acostumbraron a escribir o transmitir.
Hasta pronto.