Por Leónidas Fernández

A dos semanas de haber arrancado con una campaña político-electoral ponchada, la candidata de MORENA, Mónica Rangel Martínez, exhibe sin pudor alguno el discurso machacador del centro. Rosarios de lamentos intrascendentes, ocurrencias y disparatadas, más la arenga virtual de buenos deseos y propósitos de la galena metida en política, configuran a 15 días de iniciada la contienda la oferta política de la postulante más débil de las tres principales fuerzas políticas que se disputan la silla en palacio de gobierno.

Cuando la ex secretaria de salud habla de corrupción; de luchar en contra de “más de los mismo”, de combatir a gente de dudosa reputación, de llamar a la alianza PAN-PRI-PRD-PCP perversa y de enfrentar como buena curandera tradicional la inseguridad, la marginación y la pobreza, Mónica escupe hacia arriba y corre el riesgo de mojarse la cara y salpicar a un gobierno al que juró lealtad, entrega y honestidad en su desempeño como funcionaria pública.

“En MORENA, la corrupción se castiga con cárcel”, rezan los espectaculares contratados, cuyo costo por renta mensual ronda los 60 mil pesos. Y aunque no es ese el punto, al lanzar en ellos un pronunciamiento de esa magnitud, la doctora también corre el riesgo de quedarse sin carceleros. Y lo peor, con ella adentro, si es que le llegasen a comprobar todas las inconsistencias financieras y las presuntas corruptelas en las que se hundió la Secretaría de Salud, dependencia del gobierno de la que salió para buscar ser gobernadora del estado.

Hasta ahora, ni la dirigencia nacional o local de MORENA la han blindado, nadie se atreve a defenderla ni tampoco meten las manos al fuego por ella. El único defensor de oficio y oficioso a la vista, ha sido el suplente del ilustre senador que pactó la incursión del crimen organizado en el estado de ‘Z’acatecas. El fuereño, mitómano por excelencia, Alejandro Rojas Díaz Durán, aparte de soberbio, mentiroso y corrupto, según denuncias en su contra, llegó a San Luis Potosí para verles la cara de pendejos a los potosinos. Ay de ellos si se dejan.

Mónica Rangel, está recurriendo a una parte del discurso embrutecedor del 2009, cuando el entonces galeno en campaña, Fernando Toranzo Fernández, caminaba o trepaba al templete con bata blanca y estetoscopio al cuello para instalar la idea de que “San Luis Potosí lo que necesitaba era un doctor porque el estado estaba enfermo”. Con el tiempo, llegó demostrarse que nuestra entidad no requería de un médico para la cura o sanación de sus grandes males sociales, sino de un Psiquiatra de planta para atender y apaciguar el temperamento iracundo del al principal inquilino de palacio.

ENTRE SOMBRAS

La noticia difundida por Denisse Maerker, en el sentido de que la policía municipal de Soledad de Graciano Sánchez y la Policía Ministerial en el estado se encuentran infiltradas por el crimen organizado, no revela ni presenta nada nuevo bajo el sol. Desde hace mucho tiempo, en todas las corporaciones, sin excepción alguna, se presume la existencia de vínculos directos e indirectos con la delincuencia organizada. Que digan que no hay elementos de prueba o denuncias, es un monumento a la simulación y la negación de su existencia.

La inhabilitación por 15 años y la sanción económica por 47 millones de pesos impuesta al ex tesorero municipal José Bolaños Guangorena, y, la pena aplicada al ex Rector de la UASLP y ex presidente municipal Mario García Valdez, es la mejor prueba de que la justicia es tardía, pero llega.

Por lo pronto, Mario sigue disfrutando del premio que le concedió el gobernador, – quien, por supuesto no era ajeno al tema, y continúa despachando en el CONALEP. La desviación de recursos en la obra del Jardín Colón y los recursos etiquetados para turismo y cultura, entre otros que fueron destinados para fines distintos, este medio los documentó en el 2016, de tal manera, que a nadie sorprendió, era cuestión de tiempo. Con esta determinación, la Auditoría Superior de la Federación, envió un claro mensaje a funcionarios, políticos y representantes populares que, si bien logran eludir socarronamente su responsabilidad, nunca podrán evadir sus consecuencias.

Hasta luego.