Todo parece indicar que los grupos de interés político y económico locales, representados estos por un puñado de familias conservadoras y presumiblemente neoliberales identificadas con el PAN y el PRI, andan sumamente inquietos y preocupados por incidir intensa y presurosamente en el proceso electoral 2021.

No es para menos, es mucho lo que está en juego; valoran lo que podrían ganar y lo que podrían perder. Y es que no basta únicamente observar encuestas serias y profesionales como la última realizada por la empresa “De las Heras”, para darse cuenta de cómo se encuentran posicionados los candidatos a 70 días de los comicios.

Cualquier interesado en el desarrollo de las campañas políticas para gobernador, podrá, – si revisa las redes sociales, páginas o portales de noticias neutrales; enterarse de la capacidad de convocatoria, presencia en estructura, dimensión en aforos y desplazamiento de gente que ya está resuelta y convencida por quién saldrá a votar el 6 próximo de junio.

El efecto que está generando, – por ejemplo, el candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, Ricardo “El Pollo” Gallardo, por supuesto que angustia y les produce desesperación a los grupos privilegiados de siempre, no debiera ser así, no hay razón para ello, pero se apanican.

Si solo se observan los actos convocados en los municipios integrados en las 4 regiones del estado, las expectativas político-electorales que se crearon en torno a la alianza PVEM-PT, fueron rebasadas. El hecho de que, al Pollo Gallardo, lo conciban y lo definan como “el candidato del pueblo”, revela su grado de posicionamiento en campaña.

La gente que habita en todo ese San Luis profundo no es tonta, mide, calcula y ya se dio cuenta que el candidato del PVEM-PT, se desplaza libre, ajeno y apartado a los intereses de los grupúsculos económicos dominantes que han impuesto siempre su voluntad; condicionando, chantajeando o influyendo en el ejercicio del gobierno.

Los tres principales aspirantes al gobierno del estado, recorren intensamente todo el territorio potosino; ofertan, proponen y se comprometen. Dos de ellos, Octavio Pedroza y Ricardo Gallardo lo están haciendo cara a cara y de frente con la ciudadanía.

A diferencia de Mónica Rangel, a la que ya las lenguas viperinas la ven como la encarnación del mismísimo demonio “por aquello de que todo mundo sabe que existe pero que nadie lo puede ver o saber dónde está”, tanto Octavio como Ricardo han logrado penetrar, cultivar simpatías, jalar la atención y establecer compromisos con el electorado; ellos dos, saben con precisión con que canicas juegan.

Hasta ahora, ninguno de los dos ha disparado en redondo como ya lo está haciendo a través de sus mastines la abnegada curandera de bata blanca metida ahora en una aventura política alentada por obra y gracia del señor gobernador, de quien, – por cierto, sus “leales empleados más cercanos”, han deslizado que Juan Manuel Carreras, no tardará mucho en aventar todo su resto para decidir y jugársela a morir con Mónica Rangel, – o bien, con el candidato que mejor le garantice inmunidad, paz y tranquilidad cuando abandone el gobierno, desde luego que se refieren a Octavio.

Excepto el gobernador, – se dice en palacio, nadie ignora que en su triple juego de sucesión; hoy al Güero le quedaron solo dos cartas que lo sitúan en una verdadera encrucijada. O se la juega con Octavio Pedroza, – con el riesgo de firmar su sentencia ante AMLO, – o se la juega con Mónica, so pena de enfrentar la furia y la embestida de los políticos de siempre y a los poderosos intereses de la región centro del país.

Ante esta disyuntiva, si Juan Manuel quiere irse tranquilo, lo mejor que debería hacer, es limpiar la casa y recoger a tiempo el tiradero que está dispersando, – o de plano, dejar ya de violar el onceavo mandamiento; ese que rezaba la abuela: “Por favor, hijo mío, ya no te andes metiendo en lo que no te importa, te lo digo en serio, es por tu bien”.

ENTRE PARENTESIS

Si tan solo los candidatos cumplieran con una partecita de lo que se están comprometiendo, San Luis Potosí sería otra cosa. Si no un estado de primer mundo como lo prometieron Toranzo y JM Carreras, por lo menos estaríamos menos jodidos en salud pública, en seguridad, en impartición de la justicia o en infraestructura de todo orden. Con el anterior y con el que ya se va, ¿quién podría negar que fueron gobiernos mediocres y dos sexenios perdidos?

Si el Pollo Gallardo y Leonel Serrato logran la gubernatura y la alcaldía, algunos titulares de dependencias del gobierno del estado y el municipio, así como otros responsables de organismos públicos descentralizados como el INTERAPAS, que se han dedicado a lucrar con las necesidades del pueblo y en empeñarse sin mucho esfuerzo en ser mediocres e ineficientes, pronto sentirán calambres y tendrán explicación los escalofríos que ya comienzan a invadirlos.

La multa impuesta a Xavier Nava por la cantidad de 90 mil pesos, por exhibir rostros infantiles en su ambición de ser candidato del PAN a la gubernatura, no es noticia. La nota es que este consumado político desquiciado y aspirante a ser reelecto en la presidencia municipal, resultó ser un flagrante violador de los derechos más elementales de los niños.

Con la puesta del semáforo amarillo, es de esperarse que se vendrá un rebrote pandémico. De sus altos costos en la salud y en la economía de miles de potosinos, seguramente culparán al candidato del Verde, ya casi los veo.

Muy interesante será escuchar el discurso priista en el homenaje luctuoso que se hará al ex candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio. La Fundación, que se supone es el albergue intelectual e ideológico del PRI, no podrá justificar como es que el partido se entregó a esa corriente neoliberal conservadora de derecha a la que muchos atribuyen el abominable asesinato en Lomas Taurinas. Si Colosio despertara, seguramente volvería a cerrar sus ojos, solo que ahora sería de vergüenza.

Hasta pronto