Desatada andaba La Huesuda, en el Congreso
alguien le dijo que muchos se querían salir
apenas se abrieron las puertas y ella entró
por más que buscó a ningún trajeado encontró.
Caminó tranquilamente por la plaza de Armas,
a un bolero preguntó: “Y los Diputados?”
y él con miedo le contestó: “Mi reina…”
les hicieron un hechizo y en Chapulines convirtió.
Hoy todos quieren cambiarse de silla,
quieren ser Gobernadores de SLP
pero su muerte sigilosamente ha llegado
y todo porque ignoraron su buena suerte.