DE FONDO

Fernando Díaz de León Cardona

Montados en la coyuntura y por las expresiones deslizadas desde palacio de gobierno por presuntos actos de corrupción, un grupo de “distinguidos” priistas quisieran cortarle la cabeza al presidente del PRI, Elías Pesina.

Es más, “hasta estarían de acuerdo en que se encarcele a Juan Manuel Carreras López, porque desde su visión, fue quien encabezó una pandilla que colocó en grave riesgo al tricolor de que se arrodille “ante quienes nos arrebataron el poder con descaro y vileza (sic), dicen en un desplegado.

La maniobra publicitaria, obvio, se redacta y surge casualmente después de que en gobierno del estado se dijo que se habían hecho truculentos negocios con la compra de toners y papelería durante la pandemia.

Precisamente cuando los trabajadores al servicio del estado se encontraban haciendo “home office”, es decir, su trabajo en casa. Aquí el asunto es que las fechas y los nombres no cuadran. Veamos: Elías Pesina llegó  la Oficialía Mayor de Gobierno el 26 de septiembre de 2015.

Luego renunció el 15 de enero del 2019. La pandemia llegó en marzo de 2020 “un año y tres meses después”. Elías llegó al PRI en la última semana de enero de 2019 para terminar el último año de Martín Juárez Córdoba quien renunció para asumir una diputación local.

Quien sucedió a Elías Pecina en la Oficialía Mayor de Gobierno fue Ada Amelia Andrade Contreras y tiempo después, justo por rumores y presuntas, denuncias de corrupción, o sea antes. Ya durante plena pandemia del Coronavirus llegó el actual secretario General del Ayuntamiento, Jorge Daniel Hernández Delgadillo.

¿A poco ya se les olvidó a los priistas que firman el desplegado o a otros que este lunes declaran? Digamos a Ángel Castillo Torres, ex todo y a Francisco Chico Páez Galván, expresidente municipal de Salinas y exdiputado local. Ingratitud o demencia senil, no lo sé, pero ¡Cuanta Ingratitud! Y deseos de joderse a Elías que, en 2021, hizo lo que pudo logrando conservar espacios políticos importantes en la capital y en el interior del estado.

Que yo recuerde, el PRI siempre ha asumido una postura institucional y ha jugado un papel de oposición responsable y mesurada. No es el caso del PAN, del PMC o de lo que queda del PRD. Decir que al igual que en “todo el país” existe un sentimiento de agobio y desilusión al permitir que las mafias se apoderen del partido, es tanto como escupir para arriba con el riesgo de bañarse la cara, solo vean a su líder nacional.

Y no es que Elías se aferre al poder, simplemente y conforme a los estatutos del PRI, él concluye su mandato en febrero de 2024, a menos que los priistas que suscriben el desplegado pidan que se violen los estatutos. Como que no les queda, ¿o sí? Eso de que ya es tiempo de que el presidente deje al partido porque le está haciendo “mucho daño”, pues creo que tampoco les queda.

Esos declarantes priistas con doble moral señalan que por lo que dijo Ricardo Gallardo, el presidente del PRI está descalificado moral y políticamente. Si así fuera, sabrá Dios cuantos que todavía ostentan cargos forman o son integrantes de la “herencia maldita” porque todos, sin distingo caerían en el mismo supuesto, ¿o no?

Solo como dato confidencial. Si alguien le dijo a Juan Manuel Carreras dos días después de la elección del 5 de junio del 2021, que debería reconocer el triunfo de Ricardo Gallardo Cardona, porque así lo dictaba el resultado de las urnas, fue justamente Elías Pesina y otro funcionario que estaban convencidos de que la alternancia y el triunfo gallardista era irreversible.

Si eso les pudo, entonces estamos hablando de otra cosa. La decadencia del PRI no solo se dio en San Luis Potosí. Fueron causas multifactoriales e históricas las que hicieron que el PRI dejara de ser el partido que fue, y – en eso, muchos en el contexto nacional, regional y aldeano contribuyeron de manera determinante. Son todavía esos amantes de la subcultura de la grilla los que andan por ahí. ¿A poco no?

Hasta pronto