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¡Si! que se las corten

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jueves, abril 25, 2024

DE FONDO

Fernando Díaz de León Cardona

Simple ocurrencia o no, – o bien, una urgencia social-legal para castigar a los violadores, pederastas o pedófilos en San Luis Potosí, es lo que los diputados al Congreso del Estado tienen en sus manos y están a punto de resolver. Que es una papa caliente y es un tema extremadamente delicado, claro que lo es.

La castración química no es otra cosa que la aplicación de ácido medroxiprogesterona a aquellos que agreden y violan sexualmente a una persona. Como la muerte o la mutilación está prohibida en nuestro país, aquí el poder legislativo se aventará el tiro de legislar sobre la esterilización para aquellos que cometan un crimen sexual y demostradamente perverso.

Uno de los primeros países que puso en practica esta condena fue Indonesia. Luego le siguió el condado de California y Florida en Norteamérica. En Europa, el primer país que aplicó la castración química fue Polonia, luego le siguieron Molovia, Estonia y Corea del Sur. En América Latina, fue en Argentina donde se aplicó por primera vez. No nos podemos quejar que no somos un estado de primer mundo.

Después de que el Partido Verde Ecologista de México PVEM, sus legisladores y el propio gobernador Ricardo Gallardo Cardona, pusieron sobre la mesa el tema, se ha guardado un sepulcral silencio. La iglesia católica se ha mostrado tibia y, la conservadora y curra sociedad potosina no ha dicho esta boca es mía. Yo no sé de qué se espantan, el fenómeno del abuso y la agresión sexual se da en todos los estratos sociales.

Cuando el diputado José Luis “El Chiquis” Fernández, dice que solo esperan la opinión de especialistas en salud y en derechos humanos para darle para adelante a la iniciativa, pareciera que le escurre al bulto y busca desde ahora justificarse o curarse en salud, – es decir, bien podría argumentar “Fue la opinión de los especialistas los que así lo determinaron”, vaya pues.

El tema no es sencillo y no se circunscribe al ámbito de la salud, al contexto legislativo o de derechos humanos. En lo personal estoy totalmente de acuerdo en que un violador, un pederasta o un abusador sexual debe ser ejemplarmente sancionado. Lástima que la ley impida la mutilación o la pena de muerte, porque eso es lo que un cabrón garañón se merece, ¿a poco no?

El Estado como tal, no debería irse por la libre y establecer sanciones solo porque a mí se me ocurrió. Debe, es su obligación y responsabilidad “prevenir”. Aquí, ni el sector educativo, ni el sector salud, ni los padres de familia o el sector social pueden hacerse guajes. Deben y urge que establezcan programas para prevenir el abuso y la agresión sexual.

La castración, la mutilación o la pena de muerte no son la solución. El desenfreno, el libertinaje, el exceso de confianza, adentro y fuera de la familia, las drogas, el alcohol, la ruptura familiar y el rompimiento del tejido social son la causa y origen del fenómeno. Por ahí debieran empezar antes de doblarles o volverles inútil el miembro o bloquearles la progesterona.

Si el Poder Legislativo aprueba la iniciativa, seguramente será un gran golpe mediático. Si se logra será un gran avance en nuestra sociedad, pero no olviden las causas y orígenes que generan este tipo de fenómenos. El tema es la familia, la educación y el contexto social. Por mí, que les corten los huevos a todos esos depredadores, pero no soslayen su principio o génesis.

La aprobación de la iniciativa podrá ser lucidora, novedosa, – sin embargo, los señores diputados deberían valorar y auscultar que se está haciendo realmente en el ámbito social, en el contexto de la familia y en las instituciones mismas. Recuerden lo que decía el General Artigas. “No basta dictar leyes, sino hacerlas cumplir cuando estas son justas”.

Cuantas mujeres podrían decir: ¡Si, que lo castren porque violó a mi hija o a mi hijo!… Cuantos padres dirán: ¡Sí, que le corten los huevos! En verdad no lo imagino, como tampoco podría proyectar o esbozar cuantas mujeres no desearían que a sus maridos los castren por andar de pito sueltos, y vaya que han proliferado y proliferan, aquí, y en todos lados ¿a poco o no?

A lo mejor por ello muchos guardan silencio.

Hasta pronto

 

 

 

 

 

 

 

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