Por ahora, impensable una alianza PAN-PRD en SLP
El encuentro sostenido entre el líder del PAN, Ricardo Anaya y la dirigente nacional del PRD, Alejandra Barrales, para explorar las probabilidades de establecer una alianza para el 2018 provocó; más que esperanzas o buenas expectativas, preocupación y desconfianza para la mayoría de los cuadros y militantes panistas y perredistas
Para el PRI, la conformación de un Frente Opositor PAN-PRD se traduce en un intento desesperado y expresión anticipada de su derrota. Todo esto suena razonable, lógico, y tal vez sin medirlo el líder tricolor Enrique Ochoa precipitó su percepción y no consideró que “en política lo que resiste apoya” y desdeñó que el mayor beneficiado en 2018 podría ser, por antonomasia, el PRI.
Todos los partidos por igual, saben que el enemigo a vencer en la elección presidencial se llama Andrés Manuel López Obrador, independientemente del resultado que se obtenga en el Estado de México el próximo 4 de junio, donde está visto que la pelea es solamente entre dos: Alfredo del Mazo del PRI y Delfina Gómez de MORENA. Josefina Vázquez Mota y Juan Zepeda colocarán al PAN y al PRD en tercera y cuarta fuerza electoral y eso les preocupa.
En varios estados y municipio las alianzas PAN-PRD han prosperado porque han existido coyunturas propicias y condiciones favorables para enfrentar al PRI, sin embargo en la práctica gubernamental no existen cogobiernos. Hay reparto de posiciones, negocios y migajas para los más débiles, pero las coaliciones solo han servido para desplazar al contrario y para incurrir en los mismos vicios de exceso y corrupción.
La raro y curioso, es que tanto Alejandra Barrales y Ricardo Anaya, se junten y se sienten para plantear una eventual alianza para el 2018, cuando a escasos 9 días de la elección en el EDOMEX, ni Josefina Vázquez Mota, ni Juan Zepeda han dicho o insinuado estar dispuestos a declinar el uno por el otro.
En el contexto local, una alianza PAN-PRD para el panismo rancio es inviable y contradictoria, porque una coalición así tendría que ser en función de principios y congruencia ideológica, aunque aquí ya Margarita Zavala de Calderón se apuntó y dijo estar dispuesta a semejante sacrificio para abanderar a un panismo incrédulo y desconfiado y a un perredismo crecido y soberbio.
Las dirigencias nacionales podrán sentarse y exponer las ventajas y bondades de una alianza, pero en el concierto local se ve como algo impensable. Primero porque el PAN no se ha repuesto de su derrota en 2015, y segundo, porque su dirigencia, lejos de emplear el tiempo en trabajar y restañar las heridas internas ha iniciado una conducta hostil y agresiva en contra de quienes advierte como sus principales adversarios.
Por lo pronto el PAN ya fijó una postura, y por adelantado, su dirigente estatal Xavier Azuara ya dejó en claro que su partido haría alianzas solamente con aquellos que sean congruentes con sus principios, algo muy difícil de encontrar.
En la capital potosina Acción Nacional es la segunda fuerza electoral y la primera es el PRD, de tal manera que, de llegarse a plantear una alianza, esta se daría en la lógica no de quien tiene ganas o deseos de gobernar sino quien tiene la mayoría de votos para llegar, y hasta ahorita, comprobado está que no es el PAN, no en la capital.
Al final del día nada es descartable. Ya en 2015 hubo intentos serios de corrientes importantes del PAN y de otros partidos en establecer alianzas informales y, si estas no se dieron fue porque en el último estirón prevaleció más el temor al cobro de facturas que con el tiempo, y frente al poder supremo del Estado se podría causar daños o afectar a terceros.
De que en 2015 existieron condiciones favorables, claro que las hubo, aunque finalmente quien tuvo la capacidad para capitalizarlas y llevar más votos a las urnas para elegir gobernador fue el PRI. Eso lo sabe Juan Manuel Carreras, lo saben en el PRI y lo saben enfrente. Que hoy por hoy no se reconozca o se niegue, es otra cosa.