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viernes, abril 19, 2024

Por Fernando Diaz de León Cardona

Establecer comparativos de que, en enero del 2021, la cifra de contagiados por COVID fue menor, y, de que los muertos y hospitalizaciones fueron menos que entrado el 2022, más que una comparación burda, parece una justificación estúpida.

De entrada, es molesto el agravio para el colectivo popular, el hecho de que se trate de instalar la idea de que el aumento de casos provocados por el maldito bicho es atribuible a la población señalándola de irresponsable.

La constante durante todo enero de este año es que el registro oficial de casos, hospitalizaciones y decesos no disminuye y, aquí no solo la ciudadanía es responsable, también las autoridades.

De alguna manera, la secretaria de Salud le escurre al bulto, cuando todo mundo sabe que lo que priva es la más completa incompetencia. Claro que todo es proporcional, eso lo sabemos, y que, a un mayor número de pruebas, habrá un mayor número de casos identificados de COVID.

Ciertamente la aparición de la variante Ómicron es la causa del incremento alarmante de enfermos, sin embargo, ni las autoridades de salud y ni otras instancias responsables de la economía y la educación previeron este escenario que hoy tiene con el Jesús en la boca a los potosinos.

Pretender culpar de todo a la anterior titular de Salud resulta inútil. Desde luego que Mónica Rangel y otros, cargan con una gran responsabilidad, pero el actual titular de la SSA no puede cerrar los ojos frente a la realidad. La gente se sigue enfermando y se sigue muriendo.

Pretender afirmar que San Luis Potosí cuenta con la capacidad hospitalaria suficiente para la atención de los contagiados, es una aseveración temeraria, pues al paso que vamos, no tardara días o semanas para que esto entre en crisis y se complique en términos de letalidad.

En estados como Durango, y otros, al menos los titulares de Salud han reconocido que tienen graves problemas de atención a pacientes de COVID. Aquí no, y es que su titular Daniel Acosta Diaz de León sigue en Babilonia.

Sitios de concentración como bares, antros, plazas comerciales, tianguis y el transporte público colectivo permanecen intactos, intocables y no hay autoridad de gobierno o de la COEPRIS que los controle.

Por mucho que se establezcan restricciones o se anuncien disminución de porcentajes de aforo, muy pocos los respetan. Es el blof, la demagogia y la simulación lo que impera. Bueno, y también el afán de sobre protección a funcionarios incapaces. ¿o no?

ENTRE SOMBRAS

Todos esos repulsivos neoliberales, apocalípticos reaccionarios, presumidos burgueses, siniestros explotadores y perversos traficantes de influencias que fueron balconeados en campaña, hoy gozan de cabal salud en el nuevo Consejo Consultivo Empresarial convocado por el gobierno del estado.

Algunos ya hasta guapos y virtuosos los vieron.

Hasta pronto.

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