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San Luis Potosí
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Pobres angelitos

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viernes, noviembre 1, 2024

DE FONDO

Fernando Díaz de León Cardona

Buena polémica y posturas encontradas se han dado en torno a la viabilidad de implementar el Operativo Convoy Policiaco. Historias verídicas; narraciones producto de la imaginación o de la angustia de la hoja en blanco, buscan poner en duda la conveniencia de los patrullajes colectivos para disuadir o inhibir los delitos y frenar en algo a la delincuencia.

No faltan, los que afirman que durante el gobierno Jonguitudista parecía que vivíamos en un Estado de Sitio. Que había excesos, detenciones arbitrarias, violación a los derechos humanos y muchas linduras más. Hay incluso quienes presumiblemente describen sus experiencias y no dejan de señalar al Convoy como una fuerza terrorífica y excesiva del estado.

Si de excesos o violaciones a los derechos humanos; si de rapados y atorados durante 24 horas se trata, pues claro que tienen razón, sobre todo a los inocentes que les tocó vivir la pesadilla por la falta de sensibilidad y coordinación institucional entre las policías; pero de que el Convoy fue efectivo, de eso no hay duda, ¡ha! pero ahora se espantan porque el gobernador Gallardo deslizó la posibilidad de reimplantarlo.

A todos esos supuestos entrevistados o presuntas víctimas del Convoy, se les olvido o les pasó de noche lo que años después sucedió en San Luis Potosí. De entrada, los grupos criminales llegaron y se asentaron con el permiso de alguien. ¿A poco ya se les olvidó?

Encontraron en las bandas mano de obra barata para trabajar para ellos. Fueron conejillos de indias y caldo de cultivo para reclutar y agrandar las estructuras de las organizaciones de una delincuencia presente y actuante, simulada o permitida.

Después de la caída de Florencio Salazar Martínez, que fue el gobernador que eliminó la estrategia del Convoy, a nuestro estado le sucedieron conflictos políticos que duraron más de 20 años. Mientras los partidos, los empresarios, los curas, los mercenarios, los civilistas, los santones de la política se peleaban entre ellos, la delincuencia creció sin que ningún gobernador volteara su mirada hacia un fenómeno que hoy en día parece imparable.

Hoy se cuestiona al Convoy porque dicen que se violaran las garantías individuales y los derechos humanos. ¿Quién se preocupó de los vínculos, excesos y corruptelas de los exjefes policiacos? ¡Nadie! San Luis Potosí vivía una rara normalidad y mientras ellos hacían negocios y dejaban pasar los cargamentos para el norte, la delincuencia organizada que se nutría de desorientados creció geométricamente.

Hoy el gran problema es que las drogas como el cristal, la mariguana, la cocaína y el fentanilo se comercializan, se trafican y se venden como frituras en bares, antros y tienditas. Son drogas que llegaron para quedarse y los niveles de consumo y distribución, – hay que decirlo, en nada se comparan con las cifras que revelan las autoridades policiacas que presumen grandes confiscaciones.

No le hagamos al cuento ni politicemos un tema peligroso que está presente y es real. El problema está entre la buenas y humildes familias. Ya lo dijimos: “Si regresa el Convoy, el primero que tendrá que estar muy pendiente de su desempeño institucional y efectividad es el gobernador y su equipo.

Siempre nos quejamos de que no hay patrullas o de que las que hay no le entran en las zonas conflictivas, ¡ha! pero como se trata de una movilización y responsabilidad compartida entre el Ejército, la Guardia Nacional, La Guardia Civil, la Ministerial y la Municipal, entonces algunas voces se espantan.

No sea que vayan a rapar a los pobres angelitos que trafican drogas, que traen trocas del año para desplazarse, armas blancas, pistolas o fusiles de asalto. A esos que se introducen a las casas y negocios, que lo atracan, las violan, lo golpean y lo despojan de sus pertenencias, de su vehículo o de la vida misma. ¡No mamen! Si no ayudan, no estorben, – es más, su silencio sería bien visto.

Hasta pronto

 

 

 

 

 

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