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MEMORIAS DEL PORVENIR

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jueves, junio 19, 2025

 

MI HERMANO EL HOMBRE

Quien esto escribe, una persona común y corriente ―tal vez más corriente que común―, y no sé decir quién ganó, si lo corriente o lo común, cuando de pronto me encontré frente a la televisión viendo algo que resultó una entrevista… En ese momento estaba hablando un representante del Partido Movimiento Social, en referencia al apoyo que su partido había brindado a la iniciativa en contra del maltrato a los animales, hacía referencia a la falta de atención y hasta la misma muerte que por esta razón les llega a ocurrir.

Mis ojos se hicieron cuadrados y mi mandíbula cayó… Pero lueguito continuó un representante del Partido Verde Ecologista, para referirse a la mala alimentación y nula medicación ―preventiva y correctiva― que padecen las mascotas y, al decir “mascotas”, vi, o creí ver, dos lagrimitas saliendo de sus ojos, con un rostro y actitud de Francisco de Asís en compañía del lobo, la paloma, el ratón, el gato y el perro… Dijo el representante del Partido Verde que los animales tienen derecho a la salud, y enfatizo que sufren atentados en el orden de la soledad, tristeza y abandono (fugazmente me pregunté: “¿Y los humanos?”). Ante lo escuchado, mis ojos se hicieron triangulares y mi nariz creció mismamente como la de pinocho.

El representante del Partido Morena no se quedó atrás. Un poco menos apasionado, se concretó a mencionar algo de la “manipulación genética” en los animales. ¡Esos morenos, caray! ¡Como si no tuvieran cosas más importantes que hacer que el andar espulgándole la cola a un chango! Entre unos y otros también mencionaron a esas criaturas sacrificadas, torturadas y en hacinamiento (llegó a mi cabeza la idea de un penal, “La Pila” para empezar. No hay una sola cárcel en donde no haya sacrificados, torturados y hacinados. ¡aaah, pero son humanos!). En fin.

Algunos de estos defensores, de sus compadres, mencionaron el deber del estado y de la sociedad para penalizar el acto de no “insensibilizar” a los animales antes de sacrificarles, se dijo que para evitarles sufrimientos de agonía. Por un momento pensé en cuál sería la propuesta para insensibilizar a los peces en las pescas de alta mar. ¿Inyectarlos uno por uno? ¿Adormecerlos en grupo con canciones de cuna? ¿Hipnotizarlos? No encontré respuesta.

Me pregunté si un puerco a la hora de su muerte chilla más porque sufre más que un pez, ¡qué digo uno, miles, millones de peces, cuando mueren por asfixia al sacarlos del agua! ¿Cómo chingao’s pues, le harán para insensibilizar a tanto pez? ¿O será que los peces, en un acuerdo de legisladores, dejaron de ser animales? ¿Tendrán idea de lo que hablan? ¿Estos partidistas andarían mariguanos o solo borrachos?

La mayoría de los habitantes del planeta somos seres comunes, normalitos pues, pero estos “animalistas” parecen pendejamente protagónicos y, quiero pensar por lo que expresan, el que posiblemente sean alienígenas.

Generalmente se mata a un animal con la prontitud que el mercado determina; no compras una pierna de cerdo o de pollo, y al ratito vez a esos animales con patas de palo o muletas, como buenos piratas, porque solo esa parte les cortaron, no. Que existe la crueldad, la falta de alimento y el abandono, pues eso es, ha sido y será “per sécula seculórum”, pero, por más que se escuche y se lea, no encontraremos en la lectura cristiana, ni por asomo, una preferencia hacia los animales haciendo a un lado al ser humano. Es como si amaramos más a un árbol que al pariente o al vecino, a cualquiera pues de nuestros semejantes.

Antes de que llegaran los españoles trayendo consigo la enseñanza cristiana, escribió Netzahualcóyotl:

“Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces.
Amo el color del jade y el enervante perfume de las flores.
Pero amo más a mi hermano: el hombre.”

Invito a estos representantes de los diferentes partidos políticos para que propongan el que para la próxima legislatura haya un montón de animales en ella. Electos, claro, bajo leyes democráticas, con el fin de que defiendan a sus congéneres. He dicho.

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