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El extraño caso de los hermanitos Hernández: paranormal o fallas genéticas.

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jueves, abril 18, 2024

ENIGMAS DE LA HUASTECA

Toño Martínez

Al pie de la Sierra Madre Oriental, exactamente donde termina la zona montañosa e inicia el extenso valle de la planicie Huasteca se asienta el ejido indígena Tének «La Pitahaya», lugar donde en la segunda mitad del siglo pasado ocurrió un suceso que conmocionó, lleno de temor a sus habitantes y generó toda clase de comentarios, desde los que le atribuyeron un origen extraterrestre o de brujería de acuerdo a creencias de su cosmovisión, pero que por sus características pudo deberse a alteraciones genéticas en dos personas.
Había un matrimonio compuesto por Crorina y Venancio -los nombres verdaderos fueron suplantados para proteger la identidad- cuya choza se ubicaba en las orillas del poblado; él se dedicaba al jornal y ella, como es costumbre en la etnia tének se hacía cargo de la casa.
Poco después Corina quedó embarazada pero eso no alteró su vida ni modificó sus actividades cotidianas entre las que se incluia cortar leña en el monte para llevarla atada con tiras de hojas de «pita» o chocha sobre la espalda o la cabeza para alimentar el fogón.
También caminaba larga distancia para ir por agua, todo ello mientras Venancio trabajaba en tareas del campo.
Pasaron los meses y tal vez por el trabajo duro de la mujer el parto se adelantó; a los siete meses dió a luz en medio de gran esfuerzo a un varón, auxiliada por una comadrona.
Algo notó la partera empírica además de la inmadurez del niño, que se lo miro por largo rato en silencio ,y tras limpiarlo y envolverlo con trapos de manta se lo entregó a Cristina diciendo que lo apretara fuerte en su pecho porque «estaba verde’ y necesitaba madurar.
Le preparó un jarro de atole de masa con miel y de fue apresuradamente con gesto de preocupación.
Corina descubrió que además de lo pequeño del bebé su cabeza era más grande comparativamente y colgaba flácida de un lado a otro según moviera al grado que se le dificultaba pegarlo su pecho para alimentarlo.
Pocos vecinos de la comunidad los visitaban pues el rumor de que era un fenómeno alejaba a unos y aa unos cuantos el morbo los incitaba si verlo.
A pesar de las condiciones del pequeño, sobrevivía pero el cráneo era cada vez más grande en relación con el resto del cuerpo pero además fue adquiriendo forma de pirámide y alguien comentó que en su interior había un diamante.
Cerca de cumplir 3 años el pequeño cuyos padres mantenían al fondo del jacal murió. Lo que no recuerdan los vecinos es dónde fue sepultado ya que por aquel entonces los difuntos de «La Pitahaya» eran inhumados en el panteón de San Antonio Huichimal como a 5 kilómetros de distancia pero comenzaban a abrir el propio del ejido.
Antes del año de la muerte del primogénito Corina quedó nuevamente preñada pero por alguna rara condición el segundo hijo nació sin cabeza; sobre los hombros -afirman quienes acudieron más atraídos por el morbo y la curiosidad, que por llevarle frijoles y atole a Corina al recordar lo que había pasado con el primero- tenía un amasijo de piel con algunas protuberancias donde debian estar orejas nariz y ojos.
El extraño ser no pudo sobrevivír y falleció a los pocos minutos de nacido.
Ahí surgió la leyenda de los niños Hernández como se apellidaban ambos padres; alguien afirmó que el primer hijo había sido engendrado por un ser extraterrestre que llegó una de tantas noches cuando desde los cerros surgen Objetos Voladores no Identificados (OVNIS).que se desplazan sobre las comunidades ejidales de la cordillera Tének y el valle.
Decían wue dentro de su cabeza piranudai había una joya y por eso los papás nunca quisieron decir dónde lo sepultaron porque temían que la tumba fuera profanada para buscar la presunta joya y robarla.
Respecto al segundo bebé, el que no tenía cabeza se debió afirmaban, a un implante que le habían colocado los seres de otro planeta a Corins atrofiando su matrix y ovarios.
Para la ciencia médica, ambos casos encuadran en el contexto de anencefalia o acrofalia, que consisten en la formación incompleta del tubo neural produciendo malformaciones, aunque también a alteraciones de cromosomas e incluso a falta de ácido fólico en la mujer desde antes y durante el embarazo o contaminación con algún agente externo.
Las malformaciones que incluyen niños sin cerebro o con hidrocefalia, no son raros.
Queda para la posteridad la leyenda de los hermanitos Hernández y quienes los recuerdan hablan poco de ello.
El papá de los niños aún vive en el lugar, aislado en el centro de un terreno al que se llega por una vereda, cercano a la carretera libre Valles-San Luis.

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