No fue un poema de amor ni una canción desesperada, pero lo que informó este domingo el titular de la Secretaría de Salud en el estado, Miguel Ángel Lutzow, es alarmante y profundamente preocupante. Su voz entrecortada no refleja esperanza, sino desaliento, coraje y desconcierto, y tiene razón.
San Luis Potosí, entró literalmente en alerta máxima por el aumento incontenible de contagios por Coronavirus. ´´Hoy estamos ya prácticamente en semáforo rojo´´ y el funcionario pide a la sociedad, a los empresarios y a los medios de comunicación, sumarse para contener, detener o frenar esta ola inédita de contagios. ´´ Nosotros le tomamos la palabra y le entramos.
Durante la semana que termina, se han registrado en promedio, 850 infectados diarios. Este domingo, se contabilizaron 932 y el número de muertes es de entre 8 y 10 por día. Son Fallecimientos que no han respetado edad, sexo o condición social, el virus está agarrando parejo y es algo que ya veíamos venir, sin embargo, poco o nada hicimos para impedirlo.
El aumento de contagios está propiciando la sobredemanda de servicios y por consecuencia la saturación de los hospitales públicos y privados. Los ventiladores o respiradores artificiales están resultando insuficientes, tanto como la cantidad de camas y médicos disponibles para enfrentar la pandemia. Yo no se que cabrones vamos a hacer cuando todos los hospitales estén llenos.
Lo único que se nos pidió fue cuidarnos, usar cubrebocas, guardar nuestra distancia y resguardarnos en nuestras casas, pero ni de eso fuimos capaces de hacer como sociedad. Que tristeza en verdad. Esa irresponsabilidad colectiva conllevará seguramente a que nos atiendan en pasillos, en lugares inapropiados, sin médicos y equipos suficientes para salvar nuestra vida. Otros, tendremos que resignarnos a morir en casa.
En mi opinión, la tercera ola se ha complicado por la irresponsabilidad social inconmensurable y por la falta de huevos que han mostrado las autoridades del gobierno en sus tres niveles. El federal dirá que cumple con su chamba de vacunar a la población y que ha reducido la mortalidad, es cierto, pero la famosa reconversión hospitalaria y el apoyo ofrecido no ha llegado como debiera ser.
A la población le vale madre si estamos en semáforo verde, amarillo, naranja o rojo. La vida social sigue inalterable. Las fiestas particulares, las reuniones entre cuates o parejas, los eventos sociales masivos, viajes, parajes turísticos y los reventones de jóvenes son cotidianos, recurrentes e intocables. Cada cual hace lo que le da su rechingada gana y no hay poder humano que controle este desenfreno.
El gobernador del estado, el Secretario de Gobierno, el Director de Gobernación, el Director de Protección Civil, el Secretario de Seguridad y el Director de la Policía Metropolitana pareciera que están entumidos, permanecen inmóviles y contemplativos ante el desorden social que está generando el incremento alarmante y despiadado de contagios.
La movilidad sigue imparable, los antros permanecen abiertos y llenos de jóvenes destrampados o enajenados, las plazas públicas lucen repletas de gente, las plazas y centros comerciales siguen funcionando sin las más elementales medidas de sanidad o sin el control del ingreso. El transporte público, – igual, funciona como si no estuviéramos frente a una catástrofe sanitaria. Todos siguen catatónicos ante el resultado electoral del 6 de junio.
En el gobierno municipal están peor. El alcalde, los responsables de Comercio, Protección Civil y de la Policía Municipal, andan más compungidos por su salida, ordenando el cochinero que dejan, – desbocados, extorsionando antros, establecimientos, empresas y automovilistas que asumir su estricta responsabilidad de prevenir, controlar, suspender y sancionar a quienes violan las disposiciones sanitarias, de comercio y de protección a la ciudadanía.
Haber regresado al semáforo rojo, significa que ya se chingo el asunto. Aquí es donde los empresarios, los dueños de negocios o de comercios y el gobierno estatal y el municipal deben atorarle.
Por supuesto que parar o suspender parcial o totalmente la actividad económica no esencial no es nada sencillo, no es una decisión fácil, y para atreverse a hacerlo se requieren huevos, sin embargo, – nadie, absolutamente nadie debe o debería respingar u oponerse porque advertidos estábamos, ¿o no?.
Hasta pronto