La Iglesia Potosina hizo un llamado a su comunidad eclesiástica a dejar de vivir en la comodidad y no dejar de discernir los signos de los tiempos, «tomar distancia de una pastoral cómoda de la conservación y ser la Iglesia Madre que en salida busca llenar de sentido la vida de sus hijos», así lo señala en su editorial titulada: «Tomen posesión del Reino preparado para Ustedes», que se publica este domingo en el Semanario La Red de la Iglesia de San Luis Potosí, en donde se hace un balance a un año de la clausura del Año de la Misericordia.

La Iglesia señala que existe la tentación bastante cómoda de ajustarse a vivir sólo el tiempo presente, olvidando los compromisos que en el transcurso de la historia la humanidad ha ido contrayendo, pues ya hace un año terminó el Año de la Msericordia y no vaya a suceder, que se vaya a recorrer simplemente como un año con dedicatoria: «…de la Misericordia», cuando es una gran oportunidad para retomar las líneas y aspiraciones de que el año que vive, es ocasión para volver a tomar conciencia de que la Iglesia en esta época debe «resplandecer» por su misericordia en una humanidad tan lastimada por el odio y la división.

«Qué triste es, que, después de haber recibido el lapso de un año la invitación del Papa Francisco: «sean misericordiosos como el Padre» […] hemos vivido un año 2017 saturado de crueldad que hace proclive a la humanidad hacia un desmoronamiento», señala la Iglesia Potosina destacado que han aparecido discursos que se pensaban ya superados, como la creación de muros entre las naciones, la amenaza de una guerra nuclear sostenida entre Oriente y Occidente, la inconsciencia ante el cambio climático que está provocando un caos sin precedentes; estos discursos letales que vuelven a resurgir deben hacer reaccionar con un comportamiento y actitud de misericordia.

Finalmente considera al Iglesia que es momento de dejar pasa a la fantasía de la misericordia para dar vida a tantas iniciativas nuevas, fruto de la gracia; la Iglesia necesita anunciar hoy esos muchos otros signos que Jesús realizó de modo de que sean expresión elocuente de la fecundidad del amor de Cristo y de la comunidad que vive de él; eso corresponde hacer a sacerdotes, consagrados, y laicos.