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viernes, abril 19, 2024

El hecho de que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, se asuma como guardián y celoso vigilante del proceso electoral del 2021, inquietó y molestó a sus adversarios, incluyendo al Instituto Nacional Electoral INE, que de inmediato puso el grito en el cielo, argumentando que es la única institución que puede preparar, validar y fungir como árbitro en los comicios del año entrante, pero, ¿acaso no siempre el primer mandatario nacional ha intervenido en los procesos electorales?

¿Qué deveras el presidente de la República en turno no ha incidido en los procesos electorales federales? ¿En verdad todos esos críticos oficiosos serán tan ingenuos como para no darse cuenta de que, por los siglos de los siglos, ha sido el poder central quien ha palomeado y decidido quienes deberán representar a su partido para contender por las gubernaturas de los estados, para el senado y las diputaciones federales?

¿A poco hasta creen que los mandatarios estatales son los que deciden quienes deberán ser los candidatos para ocupar un escaño en el Congreso de la Unión? claro que no. Ciertamente existen y han existido excepciones, pero estas generalmente se han registrado cuando un gobernador tiene liderazgo, tiene el control político de su entidad, – o bien, – como ha ocurrido, que, en el PRI o el PAN, el presidente de la República sea de otro partido.

Los gobernadores de los estados de alguna manera inciden en su propio proceso de sucesión, pero no siempre son definitivos.

Deciden quienes por el partido al que pertenece serán los candidatos a diputados locales y en ocasiones a presidentes municipales, aunque estos sean considerados como los candidatos del pueblo, pero nada más. De interés presidencial para el 2021 son los candidatos a gobernadores y a diputados federales.

Cuando López Obrador se propuso reformar la Constitución y otras leyes secundarias en materia electoral, lo hizo lógicamente pensando en el 2021. El haber impulsado ordenamientos legales orientados a considerar como delitos graves el fraude electoral, el uso de recursos públicos para la compra de votos y la entrega de dádivas con fines electorales, la señal y el mensaje enviado a los ejecutivos estatales fue claro y contundente.

Que puede ser un exceso o que el presidente se esté extralimitando en sus funciones y responsabilidades constitucionales, también es cierto, pero en realidad siempre ha sido así, lo que sucede es que ningún mandatario nacional lo había dicho clara y abiertamente. La voluntad presidencial era sumamente reservada. Todo mundo sabía que quien palomeaba o emitía la última opinión era el presidente de la República y era algo que la cofradía política sabía perfectamente.

Quien no sabe. – por ejemplo, – que, las prerrogativas que el INE o los Órganos Electorales Estatales entregan a los partidos políticos son insuficientes como para desplegar esas grandes campañas político-electorales como a las que están acostumbrados los candidatos de los distintos partidos y, – que justo por ello, chorrea a carretadas el dinero público y privado para su financiamiento.

¡A poco nadie sabe que mucho del dinero que se mueve en una campaña es proveniente de las Secretarías de Finanzas de los gobiernos de los estados! Solo pregúntenles a figuras como Jesús Conde Mejía o a José Luis Ugalde para que se den una idea de las

grandes millonadas que tuvieron subrepticiamente que entregar por órdenes superiores, incluso para financiar o fondear campañas de otros partidos.

¿O que también ya se olvidaron de los portafolios repletos de billete grande provenientes del Estado de México cuando gobernaba Enrique Peña Nieto; de Tamaulipas cuando gobernó Eugenio Hernández o de Veracruz cuando mandaban los Herrera Beltrán y los Duarte para gastos de campaña de los candidatos del PRI?

Ese dinero, – mucho se ha dicho, – no solo eran recursos públicos de los gobiernos de aquellas entidades, sino que igual se mezclaban con dólares o hartos billetes aportados por el crimen organizado. De tal manera que, AMLO no anda tan errático cuando fija su postura de no permitir no solamente un fraude electoral, sino que dejen de utilizarse recursos públicos o privados para favorecer a partidos, candidatos y a organizaciones mercenarias a su servicio.

ENTRE PARENTESIS

La antropofagia por quedarse con las sobras o las cenizas del PRD ya comenzó. Bueno, hasta Xavier Nava podría entrarle por aquello de una alianza PAN-PRD, según Lupe Almaguer. Por lo pronto, en el mundillo mediático, algunos buscan aprovechar la coyuntura para tratar de pegarle a su peor pesadilla que, al día de hoy, los mantiene ocupados, preocupados y desvelados.

Hasta pronto

deleoncardona@hotmail.com

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