De estafas y curros sinvergüenzas
No solo actúan, se enriquecen y se desplazan con sigilo entre las sombras con una doble moral, sino que carecen de ella, no la conocen porque nunca la han tenido. Algunos de esos “curros” son ahora funcionarios, empresarios, parientes, hijos o sobrinos de servidores públicos. Son esos que deambulan por Téquis y van a misa, para darse golpes de pecho pidiéndole a Dios que sus negocios turbios prosperen, que no se les descubra y no se les castigue.
Son algunos de esos moralinos que aparecen frecuentemente en páginas de sociales de prestigiadas revistas o medios impresos, pero que en su vida cotidiana son los protagonistas y principales juerguistas de la noche, son los que traman negocios chuecos en bares exclusivos de Las Lomas o los que se organizan y ocultan su rostro en Frentes Ciudadanos para encubrir la corrupción de su parentela.
Esta semana, el Organismo Intermunicipal Operador del Agua Potable INTERAPAS, descubrió lo que muchos potosinos saben desde hace años. “Que los ricos se roban el agua y a veces también la luz”. Hoy, se revela la estafa que hizo un miembro de la familia Stevens, mañana, seguramente surgirán otros nombres de propietarios de grandes negociaciones, clubes deportivos, hoteles, bares, restaurantes o de fincas ostentosas con albercas que se roban el agua, pagando solamente la tarifa fija o convencional para la zona.
El hallazgo encontrado por personal del INTERAPAS en negociaciones (El Trapazo), propiedad de un hijo del actual Secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas SEDUVOP, Leopoldo Stevens Amaro, y sobrino del vocero del Frente Electoral, perdón, Ciudadano Anticorrupción, Hugo Stevens Amaro, tiene varias connotaciones pero una sola lectura:
“Que le juegan al vivo, que roban, abusan, que engañan burdamente y que tienen una doble moral no hay duda; como tampoco la hay de que al amparo del servicio público o de la coyuntura político-electoral, estos sujetos no tienen la mínima decencia al presentarse en sociedad con una hipócrita imagen que trafica, atraca y que goza de sus fechorías en la más completa impunidad.”
Cada uno de estos tres negocios, (El Trapazo), se mete bajita la mano entre 10 y 15 mil pesos al día, es decir entre el millón y el millón y medio mensuales cada uno. Pagan, según versiones de trabajadores, miserables salarios, explotan a los empleados y, vaya usted a saber cómo anden con Hacienda, con la CFE, con el IMSS o con el INFONAVIT, lo cierto es que atracan, por lo menos el agua sí, y lo hicieron mediante tomas clandestinas que les permitió evadir el pago durante 5 años que han operado sus negocios.
Hugo Stevens, Manuel Nava y Alejandro Lujambio, dirán probablemente que es una blasfemia y que es obra y gracia del “diantre demonio del Gallardo”. Dirán que existe una persecución y que el INTERAPAS ha emprendido una despiadada cacería de brujas en contra de esta “honorable familia”. No admitirán que el robo o la estafa se perpetró, es más podrían hasta decir, si es que hablan, que “esas tomas clandestinas de agua ya estaban desde antes de que los Stevens echaran a andar sus negocios de lavar carros.”
Regularmente una familia de 4 a 6 miembros consume sin tandeo 25 metros cúbicos mensuales. Al año, acumulan 300 mts3 y en 5 1,500 mts3. De acuerdo a las primeras estimaciones un solo establecimiento de “El Trapazo” pudo haber consumido en 5 años 70 mil mts3, el equivalente a 70 millones de litros de agua, líquido vital que bien pudieron recibir cientos de habitantes de otras colonias que sufren por la carencia de agua.
