Juan Manuel Carreras López, está próximo a cumplir la mitad de su mandato, justo el término medio de un sexenio, que en teoría, supone debiera situarlo en la cúspide y en la fase de mayor consolidación, sin embargo, es real que el gobernador cruza peligrosamente esas veredas de la nueva reconfiguración política que arrojaron los inéditos resultados del primero de julio.

Hasta ahora, se podrá afirmar, que los avances de su gobierno se distinguen en dos vertientes: La primera es, que nadie puede ignorar el afianzamiento económico que ha logrado la entidad potosina en los últimos tres años, y la segunda, que muy pesar del resultado electoral adverso para su partido, San Luis Potosí no se ha desmoronado ni tampoco se ha salido de control, no por ahora.

Evidentemente que después de la elecciones todo cambió, pero Juan Manuel no puede permitirse el lujo compartir desde ahora el ejercicio del poder con intereses económicos demasiado expuestos o con esas fuerzas políticas oscuras que desde ahora auguramos, tratarán de arrinconarlo para inclinar su decisión en el 2021.

Las elecciones del primero de julio propiciaron el encono, la división y la confrontación entre los potosinos, una realidad presente e innegable que para algunos ilusos y vividores de la política les resulta fácil decir que es una condición que se puede superar “dando vuelta a la página”. Eso no es así, las lesiones y los agravios infringidos fueron muchos y en política no es sencillo superar.

Alguien decía que el primero de julio, se arrojaron resultados semejantes a como cuando se rompe una gran vasija y que, alguien, debiera ya comenzar a preocuparse por recoger todos los tepalcates para pegarlos y proceder a su reconstrucción. La comparación no es desatinada si observamos como quedaron importantes corrientes, organizaciones de la sociedad civil y los partidos políticos mismos tras el efecto brutal que generó AMLO.

La interrogante es: Quienes o quien podría ser “ese alguien” capaz e interesado en la reconciliación social o en la reconstrucción política después de que se generaron grandes fracturas que se dieron previo, durante y después de la elección del primero de julio. ¿Cómo lograrlo frente a nuevos actores políticos que se sienten poseedores de la verdad absoluta y únicos triunfadores de la elección?, difícil.

En mi personal opinión, creo que quien debiera empezar a rearmar el rompecabezas es el propio gobernador del estado Juan Manuel Carreras, quien, partiendo de la hipótesis o la premisa de haber sido o no el responsable de los resultados electorales, será el tiempo quien lo juzgue, pero que hoy podría convertirse en el actor principal de esa reconciliación y de esa reconstrucción política que se requiere en San Luis Potosí.

Conviene a su proyecto personal de concluir bien con su mandato y porque es una oportunidad monumental de comenzar a preparar su sucesión, independientemente de los afectos o inclinaciones personales que pueda tener para con una figura determinada en el momento de la transición. Le conviene, porque al final del día es de su responsabilidad política devolverle a su partido algo de lo mucho que le dio durante sus años de trayectoria.

Si Juan Manuel, la pizca y la mastica, como coloquialmente se dice, creo que estará contribuyendo de manera importante a esa

reconciliación esperada después de las votaciones. Ello implica, desde luego una adecuada interlocución, sentarse con los diferentes actores políticos, serenarlos, convocarlos a la recomposición e invitarlos a que actúen sin ánimos de linchamiento y sin sed de venganza. No hacerlo, cargará con la cruz y el costo de la confrontación, la ruptura y la ingobernabilidad que a nadie conviene.